El Shangri-La de los diputados

 El Shangri-La de los diputados

Pleno legislativo de la Asamblea Nacional de Panamá.

Imbuidos en su zona de confort algunos diputados padecen una amnesia política que los hace perder la noción de periodo de mandato y sufragio electoral.

por Luis Alberto Díaz

Los intentos de reformar el Código Electoral a su antojo y acomodo por parte de los diputados que representan a las bancadas partidarias que dominan la asamblea es el ejemplo más fehaciente de quienes han perdido la noción de la moral y la ética en el ejercicio de la política.

Buscar cambiar radicalmente lo consensuado en la Comisión Nacional de Reformas Electorales, donde han estado representados sus propios partidos junto al Tribunal Electoral y la sociedad civil, es un grave error político que tendrá serias consecuencias en el próximo torneo electoral. Echar por tierra lo aprobado en la CNRE en temas tan fundamentales como el impedimento para postularse a más de un puesto de elección, el límite de las donaciones, la prohibición de recibirlas de personas condenadas por corrupción, el financiamiento público electoral más equitativo, la libre postulación sin trabas políticas, la eliminación del fuero electoral y lo relacionado con la asignación de curules por residuo, es una manera de ganarse el rechazo y el odio de los electores.

Con tantas reformas y cambios que más bien buscan el acomodo de los que ya son diputados, la reacción ciudadana no se hizo esperar. En las principales ciudades del país la población se manifestó y pasó el mensaje alto y claro a los diputados que sus maniobras o triquiñuelas políticas rebasaron el límite de la paciencia de los votantes. Hacerse de los oídos sordos frente a este hecho es un acto de suprema estupidez política y una demostración de soberbia superlativa. Tan corta memoria es propia de ese Shangri-La creado en la mente de los diputados en mención, que les hace olvidar los resultados de las últimas elecciones en las que muchos de los candidatos considerados fijos, y entre ellos diputados de entonces, se quedaron vestidos y alborotados por causa del rechazo ciudadano.

Si algún sentido de supervivencia electoral les queda deben salir de su imaginaria burbuja política y volver a la realidad prontamente. Insistir en sacar ventaja de su posición actual como diputados, para el provecho y el acomodo propio, no es más que lanzarse hacia su suicidio político. Tienen que desistir de sus planes y aprobar lo consensuado en la CNRE, por respeto al trabajo y a las decisiones de sus partidos que por largos meses reclamaron tiempo, esfuerzo y discusiones de los participantes para elaborar un código electoral que tuviera el apoyo de los sectores involucrados. Esa sería la salida más honrosa para estos diputados que han querido jugar con la paciencia y la inteligencia ciudadana.

El tiempo, sabio maestro, nos dirá en el transcurso de su marcha inexorable si los perpetradores de tan abominable cúmulo de reformas electorales que buscan afianzar el juegavivo electorero y darle un maquillaje legal a la sinvergüenzura política se imponen a la razón, a la decencia y a la ética que debe prevalecer en la carrera electoral. Y nos dirá, también, si estos «padres de la patria» continuarán viviendo en su imaginario Shangri-La de espaldas a los electores que son los verdaderos dueños del sufragio popular ejercido en libertad.

Luis Alberto Diaz