La salida para el país es producir paz social

 La salida para el país es producir paz social

Eduardo Quirós es abogado. Ha sido profesor de derecho constitucional, gobernador suplente por Panamá en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), viceministro de Finanzas y ministro de Obras Públicas, miembro de la junta directiva de la Autoridad del Canal de Panamá y presidente de su comité de Ampliación. También ha sido presidente del Grupo Editorial GESE y vicepresidente de la comisión de libertad de prensa e información de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).En la actualidad es pre candidato a la presidencia de la república por la libre postulación para las elecciones de 2024.

La prioridad es administrar los recursos públicos

El gobierno le pone curitas a las hemorragias

Estamos profundizando las desigualdades

por Luis Alberto Díaz

Su nombre es Eduardo Quirós y lucha por obtener una de las tres plazas para ser candidato por la libre postulación, pero se ha encontrado con diversos escollos que van desde el sistema electoral que favorece a los partidos políticos, las fallas en las tecnologías y competencia con contrincantes que, siendo miembros de partidos políticos, optan por la libre postulación y elementos coyunturales que implican la inversión de descomunales cantidades de dinero, por parte de algunos, para pagar activistas y emplear recursos que les permitan recoger decenas de miles de firmas en un plazo corto de tiempo.

La visión que tiene acerca de la realidad política y los cambios que deben hacerse para una buena gestión de gobierno no los cuenta en la siguiente entrevista.

1. La propuesta del estado moderno y eficiente. ¿En qué se puede modernizar y cómo puede hacerse más eficiente?

Esto es parte de un análisis conceptual de la realidad socio política del país, lo que algunos llaman explosión social. Tenemos una gran inestabilidad social. Una de las razones es el descontento de los ciudadanos con la calidad de los servicios que le provee el estado. Yo hablo de la provisión de esos servicios de calidad, no para hacer más eficiente la labor del estado, sino para producir paz social a través de la calidad de vida. Uno de los ejemplos es el terrible estado que provoca falta de competitividad, de comunicación y el descontento de los ciudadanos que sufren el costo de ver sus vehículos deteriorarse, retrasos terribles ante la imposibilidad de organizar su tiempo para movilizarse. Eso es el desastre de la calidad de los servicios públicos. Igual es desastrosa la calidad de los servicios de salud y la seguridad social. Por eso mi planteamiento de mejorar la calidad de los servicios públicos que puedan producir un estado de felicidad en los ciudadanos y, en consecuencia, paz social. Y cómo logramos esto: con los tres elementos clásicos: ciencia, tecnología e innovación, para hacer un cambio radical desde la forma en que se percibe el servicio público, entendiendo que debe estar al servicio del ciudadano, para facilitarle no solamente su desempeño profesional, laboral, familiar, personal, sino como ciudadano mismo sienta que el estado respeta su tiempo, a través de la calidad de servicio que le brinda. 

2. Dentro de esos servicios y ese desastre, usted menciona en su propuesta salud, agua, educación, seguridad y canasta básica. De estas, ¿cuál sería la prioritaria?

Ese es el gran reto de las prioridades a la hora de la gestión pública. Yo creo que no hay que definir una escala. Hay que atender todas esas necesidades con el mismo sentido de urgencia, por eso no obviamos ninguna. La prioridad va a venir en la administración de los recursos públicos. Soy un profundo conocedor del presupuesto general del estado, de cómo funciona, se elabora, se ajusta en el camino y se implementa. El presupuesto es la gran herramienta en la administración pública, es la forma en que la gestión pública incide en la solución de los problemas. Allí vendrán las prioridades de salud, educación, que son fundamentales, y las otras que menciono. El sistema educativo, por ejemplo, no solo está deteriorado en su aspecto de infraestructuras, sino en la calidad de la educación que se imparte. Por otro lado, uno de los aspectos que más me preocupa es que estamos dejando atrás una gran cantidad de estudiantes. Más de cien mil estudiantes que estuvieron en los salones de clases antes de la pandemia y que no han regresado a la escuela. Esos cien mil panameños, muy jóvenes, están siendo excluidos ya del progreso. Y si no tienen una formación educativa con estándares de calidad, no van a poder regresar. Luego está el tema de salud, incluido el desastre del sistema de pensiones que está quebrado desde el año 2018, y no hay que seguir engañando al pueblo, porque el IVM (programa de Invalidez, Vejez y Muerte de la Caja de Seguro Social) recibe menos de lo que sale. Lo han podido “emparapetar” usando las reservas o echando mano de otro programa, pero no cambia la realidad: está quebrado. Y tenemos que hablarle honestamente al país y desde allí construir una propuesta que tenga credibilidad.

De todo esto se plantea el comprender que debemos construir paz social. Los subsidios y la regaladora son un engaño y no sirven para producir paz social. Es ponerle una curita a una hemorragia. El costo de los alimentos y de los medicamentos, que nosotros llamamos canasta básica han llegado a unos niveles que no permiten que el ciudadano pueda se competitivo como ciudadano. Si no tiene una buena y saludable alimentación, no puede competir yendo a la universidad a estudiar o desempeñarse eficientemente en su trabajo. El estado y el gobierno tienen que llegar hasta ese nivel, porque el alto costo de la canasta básica esta produciendo daños grandes en la competitividad del país, tanto en lo humano y lo social como en lo económico. Igual pasa con los medicamentos.

3. En el tema del empleo y progreso para todos ¿cuál es su visión?

El ministerio de trabajo se ha reducido a una institución que está más dedicada a supervisar la relación entre el empleador y el trabajador, cuando tendría que ser una institución visionaria diciéndole al país cuáles son los sectores en los que hay más crecimiento. Cuáles son los empleos que vamos a necesitar y los trabajos del futuro. Tener una relación integrada con las universidades y la educación superior, que le permita al estudiante que si termina su carrera al día siguiente tiene una oferta laboral, si es que ya no la tuvo desde el penúltimo año o a mediados de la carrera que cursa. Ya la historia de que la persona debe terminar la carrera para, entonces, buscar un trabajo es cosa del pasado. Hay que reconstruir institucionalmente y hacer una reingeniería de fondo en la forma en la que el ministerio de trabajo plantea la situación del empleo es fundamental. Luego, reincorporar al sector privado, en el entendimiento de que haya mejor calidad de los empleos. Eso también ayuda a superar las desigualdades del país. Cuando se tiene un colaborador bien remunerado, este aporta a la seguridad social, a los impuestos nacionales y municipales, tiene un ciudadano pleno y en función de darle riqueza y progreso al país.

Quiero agregar, en este tema del empleo, un elemento que está en nuestro planteamiento: el tema de la migración. Viendo lo que se ha vivido en Venezuela, Nicaragua, Ecuador, hasta República Dominicana, Panamá ha tenido una altísima migración; desordenada, de la que no se conoce data. Solo en este año 2023 se dice que han pasado más de 123,000 migrantes han pasado por Panamá, pero ni siquiera tenemos certeza de que esa data es real. Esa migración está presionando en dos direcciones: está aquí quitándole trabajo a los panameños y profundizando la informalidad. Al profundizarse la informalidad se crea un doble estándar de ciudadano. El ciudadano visible, porque aporta, paga impuestos, seguro social, etcétera; y el ciudadano de la informalidad que vive del “camarón” sea éste un camarón de 10 dólares o de 3,000, pero vive del camarón. Y ese ciudadano de la informalidad tiene una especie de ecosistema donde convive con los migrantes y le permite al migrante trabajar de manera ilegal, pero aceptado por la sociedad, que no solo ya se dedica a trabajar como empleada doméstica o mesero, sino que entra en otros campos como la medicina y encuentra quien le permita ejercer sin idoneidad esa y otras profesiones, como un escándalo que salió por los medios de comunicación. Esa informalidad enfrentarla rápidamente. 

Panamá es como una especie de laboratorio. Somos cuatro millones de habitantes y podemos hacer tres o cuatro ajustes y producir una transformación de fondo. Por eso este es un tema donde hay que tener la data. Aquí se hizo el crisol de razas, y no sé si es la mejor forma de hacerlo, pero hay que saber cuántos realmente son. 

4. Usted habla de ayuda social e igualdad de oportunidades en su discurso político. ¿Cómo podría hacerse para que sean mucho más que poner dinero de manera temporal en el bolsillo de la gente?

No solamente tenemos una desigualdad, sino que no estamos haciendo nada como país para resolver el problema, mas bien estamos profundizando las desigualdades con la mala calidad de los servicios públicos, con sectores que no tienen agua potable, electricidad y otros a los que el mínimo del brazo del estado no llega. El clientelismo político se ha convertido en un cáncer y transformado el estado en el gran asistencialista, por la lista de subsidios que ya uno no puede recordar cuántos son, con la regaladera de las instituciones del estado que tienen presupuestos increíbles para regalar de todo. Y no solo el ministerio de la presidencia o el despacho de la primera dama que compran bolsas de comida, máquinas de coser, refrigeradoras, sino también la Asamblea que también compra lo anterior y los jamones para Navidad. Quién le dice al país lo que estamos gastando de una manera tan burda en puro clientelismo político, tratando de convertir por ruta del asistencialismo una solución que no va a llegar. Esas cosas sostendrán por un rato a las familias, si es que la sostienen, porque una bolsa de comida solo dura tres o cuatro días la semana tiene siete. Y cuando dan el jamón de Navidad dura la Nochebuena y ya se acabó. Hay que repensar el estado para hacer las transformaciones y poder resolver el problema de la desigualdad. Y eso es a través de los objetivos de equidad planteados por las Naciones Unidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible para los países en vías de desarrollo. Panamá no se puede dar golpes de pecho de que somos un país de riqueza. Los que vivimos en la Ciudad de Panamá vivimos en una burbuja, pero esa no es la realidad del resto de los panameños. 

El otro tema es el de los grandes estándares de equidad que pueden producir oportunidades reales, que no vamos a tener si no creamos esos estándares. No es cierto que un estudiante que se gradúa de sexto año de una escuela pública tiene las mismas oportunidades que otro graduado de una escuela particular. Y no diga usted de el que viene graduado de afuera. Entonces, ¿dónde están las oportunidades? Aquí estamos formando estudiantes para que tengan las oportunidades “chiquitas” y eso es canalla, inhumano y burdo. Eso tenemos que enfrentarlo con la rudeza y la radicalidad que impliquen construir oportunidades para esos sectores que necesitan el brazo del estado.

5. Hablemos de las dificultades y realidades de la recolección de firmas para la libare postulación. Desde la propia legislación hasta la utilización de engaños para obtener firmas, ¿cuáles son las principales dificultades que ha encontrado para recoger firmas de apoyo a su candidatura?

Hay algunas institucionales y otras coyunturales. Las institucionales están hechas para la partidocracia, a través de un sistema concebido para favorecer a los partidos políticos, aun cuando la Constitución plantea que la libre postulación es una ruta. Solamente pensando en los subsidios electorales, los partidos políticos se llevarán 50 millones de dólares en las elecciones de 2024. Esto es una grosería. Todo el sistema crea complicaciones a los candidatos de libre postulación. No se le resuelven los problemas y el Tribunal Electoral va atendiéndolos como con parches. Así se suspendió la aplicación durante un mes completo. Luego nos encontramos lo coyuntural, como, por ejemplo, que el Tribunal Electoral le permita a miembros de partidos políticos correr como candidatos de libre postulación o independientes (como se les conoce popularmente). Eso es un absurdo, porque “es chicha o es limonada.” Si alguien decide ser miembro de un partido político tiene esa ruta para participar, si decide ser un ciudadano sin filiación partidaria tiene la libre postulación. Lo que no se puede ser es lo uno y lo otro. También esta el tema de la tecnología que el Tribunal ha impuesto: que la recolección de firmas se haga a través de las aplicaciones tecnológicas, lo que funcionó inicialmente y después tuvo problemas, lo que nos ha causado complicaciones. Y en tercer lugar tenemos el clientelismo de los partidos, cuyas malas prácticas se han traído al sistema de recolección de firmas. Y así nos encontramos con gente que está pagando por firmas, que compra activistas, que le roban los activistas a otros candidatos, de gente que no ha salido a la calle a buscar una firma, pero tiene un ejército de personas recogiéndole firmas. Después de encuentra con los quioscos instalados por el Tribunal Electoral en los que el ciudadano es sorprendido, como se ha denunciado en las redes sociales, dándole la firma a un aspirante a candidato que él no apoya, además del aluvión de recursos que es más que evidente cuando el público encuentra candidatos que han logrado ciento y tantas mil firmas que solo son posibles recoger invirtiendo una descomunal inversión de recursos. Parte de esos elementos conyuntarales han distorsionado el sistema. A pesar de eso, conociendo las reglas y viendo la realidad seguimos en la batalla, porque creo que hay un pueblo noble y al final del día se va a dar cuenta que hay que tener una real opción independiente en la papeleta del 2024, y que eso aporta al debate político y democrático y a la solución de los problemas de fondo del país.

Hago un llamado a prestarle atención al devenir político. El ejercicio de ciudadanía. Hay que educar al ciudadano, porque nos preparamos para una profesión, pero nadie nos educa para ser ciudadanos. Que veamos lo que ocurre con los representantes de corregimiento, los alcaldes y el resto de los candidatos, porque eso aporta al debate y a la institución democrática.

Luis Alberto Diaz