¿A dónde nos llevará la crisis?

  • «Ya vemos con normalidad que para alcanzar el más elemental consenso político, en primer lugar debe definirse ¡el qué hay p´a mí!. Con esto la democracia descendió hasta quedar convertida en una actividad caracterizada por el engaño, y así obtener una prebenda inmerecida, un  jugoso contrato, o para  llegar a un alto puesto público».

Por: Jorge Zúñiga Sánchez                                                                                       

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Los ajustes al costo de la canasta básica que hoy en medio de tranques y movilizaciones diversos grupos gremiales y sindicales le demandan al gobierno, retoman banderas de lucha popular de vieja data. En  1976 y   bajo la consigna ¡arroz, poroto y carne…el pueblo tiene hambre!, la juventud  universitaria se lanzó  a la calle, y por supuesto que la dura represión militar no se hizo esperar, pero por su complejidad el problema subsistiría para el futuro.

Desde esa fecha, son muchas las protestas por el alto costo de la vida que se siguen y se seguirán realizando en el país, solo que en los últimos años, la carencia de liderazgos “consecuentes”, dificulta construir  canales institucionales entre  empresarios, gobernantes ciudadanos, que independientemente del gobierno, permitan  que alimentos, medicamentos básicos y combustible, golpeen lo menos el bolsillo de las mayorías.

Como una verdadera excepción a la regla, me permito recordar que los militares “a la fuerza”,  aseguraron la vigencia de ese equilibrio “militante”, lo que dio lugar al surgimiento de la pujante clase media panameña, concebida como una pieza fundamental en el proyecto de desarrollo nacional.  Es contradictorio, pero los poderosos aprovecharon la democracia para  desarticular todo el andamiaje político, económico y social  que sostenía a la clase media, permitiendo que se perdieran esos  espacios, que otrora les fueron “arrebatados”, así como neutralizar los que quedaban en pie.

El desastre de la educación y de la salud pública, el acelerado empobrecimiento, son solo algunos ejemplos que responden a ese proceso regresivo.  No entendimos la democracia participativa como un instrumento institucional que nos permitirían manejar  la contradicción “riqueza y pobreza”, con lo que perdía peso el llamados de algunos a la destrucción del status quo.

En estos momentos, las mayorías populares resienten “en carne y hueso”, las angustias de la carestía de la vida, y que también  amplios sectores de las capas medias hoy se precipitan en caída libre, hacia el descenso social.  De todo esto hoy nos queda claro que lo que nos complica que construyamos soluciones armoniosas, pues a causa de la corrupción, del clientelismo y de la indiferencia ciudadana, se ha provocado la desconfianza de la ciudadanía en la institucionalidad democrática.

Ya vemos con normalidad que para alcanzar el más elemental consenso político, en primer lugar debe definirse ¡el qué hay p´a mí!. Con esto la democracia descendió hasta quedar convertida en una actividad caracterizada por el engaño, y así obtener una prebenda inmerecida, un  jugoso contrato, o para  llegar a un alto puesto público.

No dudo que las marchas y traques seguirán, así como el  malestar de los transeúntes.  Pero más me preocupa que estas acciones no respondan una directriz unificada, pues el talante de las posturas exhibidas van de “lo flexible a lo radical”, con disímiles  motivaciones electorales y  sanas intensiones reivindicativas. En esas condiciones, ¿con quién Nito debería dialogar y asumir compromisos?

No se sabe cuánto tiempo durará la incertidumbre, pero el tiempo transcurre en contra de todos. Los lentos pero optimistas síntomas de mejoría que venía mostrando la economía, en cosa de un cerrar de ojos…..! se fueron al diablo!, y contra todo pronóstico pesimista, Nito terminará su mandato presidencial.

Así como para los manifestantes “en nombre de las mayorías” exigen que el  de responda a los problemas presentados, también es de suma importancia que la ciudadanía sienta la necesidad de fortalecer la democracia. De lo contrario, los problemas de hoy tal vez no encuentren la solución “esperada”, pero lo cierto es que en poco tiempo aparecerán nuevamente.

 

 

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