Panamá: Donde la historia abraza el futuro
Por Avenabet Mercado / ADP News
Panamá, ese istmo vibrante que une continentes y culturas, se ha convertido en un faro de oportunidades para el turismo y los bienes raíces. Su ubicación estratégica en el corazón de América Latina no solo lo convierte en un punto de tránsito global, sino en un crisol de inversión, historia y desarrollo. Hoy, más que nunca, la nación se perfila como un escenario donde el pasado colonial y el futuro urbano se entrelazan en una danza de progreso.
Cuando los turistas se refieren al país, lo describen como un nicho comercial en expansión. Aquí el sector inmobiliario vive una primavera de posibilidades. Desde residencias modernas en la cosmopolita Ciudad de Panamá, hasta espacios comerciales en las provincias costeras; incluso en Chiriquí, con sus regiones donde las temperaturas cambian entre zonas de calor y el frio, la demanda crece igual que la marea que nunca retrocede.
Este país, de gente noble y un fuerte calor humano, no solo ofrece propiedades: ofrece promesas. Promesas de crecimiento, de retorno, de pertenencia. Inversores nacionales e internacionales encuentran aquí un terreno fértil para sembrar capital y cosechar estabilidad.
El panameño ha aprendido a mirar hacia adelante sin olvidar sus raíces, y en ese equilibrio reside la fortaleza. Ahí se tiene la industria del turismo, de la llamada chimenea sin humos, donde las cifras marcan que el flujo en “Panamá creció un 12% en 2024, según el Ministerio de Turismo”.
Casco Antiguo: El Alma de San Felipe

En el corazón de la capital late un barrio que no envejece, sino que se reinventa: el Casco Antiguo, también conocido como la Ciudad Amurallada de San Felipe. Fundado en 1673 tras el saqueo de la ciudad original por el pirata Henry Morgan, este enclave histórico fue diseñado como un refugio contra la barbarie, con murallas que hoy protegen memorias más que piedras.
Su arquitectura es un poema visual: columnas coloniales españolas, balcones franceses y detalles estadounidenses conviven en armonía. La Catedral de San Felipe, el Palacio Municipal y el Teatro Nacional son testigos silenciosos de siglos de historia, cultura y resistencia.
Hoteles, rascacielos y renovación.
Panamá no solo une océanos: une sueños. En el corazón de América Latina, donde la historia se entrelaza con el porvenir, este país se ha convertido en un escenario vibrante de inversión, cultura y libertad.
Mientras algunas naciones enfrentan sombras autoritarias que amenazan la democracia, Panamá se alza como un faro de apertura y desarrollo. De libertad empresarial y de sueños para muchos inversionistas.
Hoy, el sector de Benes Raíces y el turismo no son meros motores económicos: son expresiones vivas de una nación que apuesta por el progreso sin renunciar a su alma ciudadana, a su historia. Desde las murallas del Casco Antiguo hasta los rascacielos que dibujan el horizonte, Panamá ofrece más que propiedades: ofrece pertenencia, propósito y posibilidad.
Si pensamos en la ingeniería o la arquitectura, la inversión y visión empresarial, no podemos dejar de mencionar personalidades del mundo comercial como Herman Bern Jr., juntos a otros ejecutivos de negocios están transformando el país en un símbolo de crecimiento sostenible y resistencia cultural. Porque en cada ladrillo restaurado y en cada visitante que pisa sus calles, Panamá reafirma su compromiso con la democracia, la belleza y el futuro.
La restauración del Casco Antiguo no ha sido solo una tarea técnica, sino una misión ética. En este proceso destaca la figura de Herman Bern Jr., empresario panameño cuya visión ha transformado la industria hotelera sin traicionar el alma del barrio.
Hijo del ingeniero Herman Bern, fundador de Empresas Bern, Bern Jr. ha heredado no solo un legado empresarial, sino un compromiso con la cultura y el entorno. Su enfoque combina tecnología con sensibilidad, modernidad con respeto. Cada proyecto de viviendas o hoteles que impulsan sus empresas en el país, incluso con actividades en San Felipe, es una declaración de principios: preservar sin congelar, innovar sin invadir.
Sus manos no solo construyen edificios; construyen puentes entre generaciones, entre lo que fue y lo que puede ser. En sus diseños, la transparencia no es solo un valor administrativo, sino una estética que honra la luz del trópico y la verdad del patrimonio.
Turismo: experiencia y economía
El Casco Antiguo es más que un destino turístico: es una experiencia sensorial. Sus calles empedradas, sus cafés bohemios, sus tiendas artesanales y sus bares con música en vivo ofrecen una inmersión auténtica en la identidad panameña. Aquí, cada esquina cuenta una historia, cada fachada guarda un suspiro del pasado.
El turismo en esta zona no solo genera ingresos: genera identidad. Ha dinamizado la economía local, creado empleos y fomentado el emprendimiento. Pero también ha planteado preguntas urgentes sobre sostenibilidad, inclusión y equilibrio.
Como todo espacio en transformación, el Casco Antiguo enfrenta tensiones. La gentrificación amenaza con convertir lo auténtico en exclusivo, y la presión sobre la infraestructura exige soluciones creativas. El reto es claro: crecer sin desarraigar, prosperar sin perder el alma. Aquí cada ladrillo cuenta una historia.
La visión de Herman Bern Jr. ofrece una brújula en este camino. Su apuesta por la sostenibilidad y la preservación demuestra que el desarrollo no tiene que ser sinónimo de destrucción. San Felipe puede seguir siendo un motor económico sin dejar de ser un santuario cultural. En las calles de San Felipe, el pasado no es una sombra: es una luz que guía el futuro.
Panamá, símbolo de libertad
En el contexto geopolítico actual, donde fuerzas autoritarias intentan sofocar la democracia en diversas regiones, Panamá representa una esperanza. Su apertura al mundo, su respeto por la diversidad y su apuesta por el progreso lo convierten en un bastión de libertad en América.
Muchos empresarios de las repúblicas de Japón, Corea del Sur, Francia, Inglaterra, Alemania, Israel, España, Estados Unidos, entre otros como Taiwán o naciones del Reino Unido, inclinan sus miradas hacia Panamá porque aquí el turismo y los Bienes Raíces no son solo sectores económicos: son instrumentos de diplomacia, de cultura, de resistencia.
Invertir en esta nación, es como pensar en un modelo de convivencia; en una narrativa que desafía la prepotencia de regímenes opresivos y celebra la pluralidad.
Mientras algunos países cierran sus puertas al mundo y limitan la visión empresarial hacía el futuro, Panamá las abre con arquitectura, cultura y libertad.” Invertir aquí, es apostar por una “democracia vibrante. Este país es un faro de oportunidades, transmite visión y esperanza. (###).