De San Miguel a Dorado Lakes

 De San Miguel a Dorado Lakes

La bitácora

 Por Ebrahim Asvat

La misma realidad puede ser vista desde diferentes prismas. Cuando estamos muy cuadrados con nuestros códigos y valores terminamos juzgando a los demás a través de nuestra concepción de las cosas.

Hay una gran hipocresía reinante en la sociedad panameña donde críticos como usufructuarios de las mieles del poder político se intercambian insultos y denuncias sobre actos y conductas inapropiadas siempre y cuando se encuentren desterrados del Monte Olimpo. Una vez que los críticos vuelvan a ingresar y los anteriores son desterrados se alternan los roles de un drama. En democracia la eterna lucha es similar al mito de Sísifo. Cuesta subir a la cima, pero a la vez se sabe que algún día rodaran de vuelta al valle para iniciar de vuelta la cuesta hacia arriba.

El panameño ha descubierto que fuera de la educación existen otras formas de escalar de clase social. La militancia en un partido con probabilidad de ejercer el poder es un camino que te puede ayudar a subir la escalera social. El salto puede ser significativo y depende del cargo o la posición desde donde ejerces tu poder. El salto salarial, las prebendas accesorias al cargo, así como todo lo que puedas coordinar con tus relaciones personales en las esferas de poder te abren un horizonte económico importante.

El reciente caso de la denuncia de una fiesta por un funcionario en Dorado Lakes merece un examen antropológico. Que podemos ver que otros no ven. Aquí nos encontramos a un sujeto de los sectores populares que detecta en la militancia política una forma de escalar socialmente. Vive en una zona roja. Se inscribe en un partido político con posibilidades de poder. Hace un trabajo de proselitismo político que lo ayuda a conseguir luego del triunfo, un cargo público con un salario de clase media.

El sujeto aprende los códigos y los métodos políticos. No “parkea” con las figuras prominentes de su partido y ni participa de las decisiones transcendentales, pero se hace visible. Lo ven, pero no interactúan con él. El sujeto va armando su imaginario político y se retrata con todas las figuras importantes incluyendo empresarios de primer orden. En Panamá la costumbre es tomarse fotos con personalidades. Hacer una colección e instrumentalizar una red de imaginarios contactos para crearse una personalidad te va creando una aureola artificial de relevancia política. Hasta aquí al sujeto todo le funcionó muy bien. Pero trascender San Miguel para escalar a una clase media requiere un desplazamiento territorial.

Ahora con el flujo mensual de ingresos por lo menos por los próximos cinco años da un salto de hacia otro entorno. Una aspiración de ser parte de la clase media y alquila un apartamento en Dorado Lakes. Por lo menos medio sueldo. Pero vivir en Dorado Lakes pueden ignorarlo la comunidad de los profesionales y comerciantes de clase media del lugar. El error fue traer los códigos y las normas culturales de San Miguel y incrustarlo en el barrio equivocado.

Una fiesta en la terraza pasa, una fiesta bulliciosa una vez al año para un evento especial o de fin de año pasa. Hacer fiestas todas las semanas o una barbacoa en el estacionamiento, no pasa. Al sujeto lo venció su ignorancia. En Dorado Lakes hay códigos culturales, una forma de ver el mundo, la sociedad, reglas implícitas y no escritas que la definen. Es por ello que la propia comunidad le hizo la cama, le monto el escenario y no lo quieren dentro de ella. Se equivocó al querer traer San Miguel a Dorado Lakes.

 

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