Por Pocho  Zúñiga Sánchez

Cuántas personas contaban los días para el merecido feriado de la Semana Santa.

Hoy, el COVID-19 nos tiene a todos en un aislamiento absoluto, que puede ser de lo más desesperante, porque pensamos que en el encierro, no podremos cumplir con nuestras obligaciones personales.

No negamos razón a esta forma de pensar, pero si nos contagiamos, nuestras vidas y las de nuestros familiares, se alterarán definitivamente

Le temo a los pagos  atrasados y a los recibos que se acumulan. Pero más le temo a morir por no lavarme las manos y a conservar la serenidad en estos momentos angustiosos.

Hasta la saciedad he demostrado mi valentía. Pero ante un enemigo invisible, que no se anda con juegos, me declaro el número de los cobardes.

Tengo miedo contagiarme, porque pongo en riesgo a la gente que quiero. Puedo perder la casa o el carro, y lloraría de impotencia,  pero ese se pasa.

No resistiría cargar con la culpa de que otros murieron porque me pareció una «agúevazon»  cumplir con  las medidas de prevención que me recomiendan lis expertos.

Durante estos días lea, escuche música, converse con su familiares, y siéntase bien al pensar que nadie morirá por su irresponsabilidad, y que la vida es el bien más preciado que está a su alcance. ( Por Pocho  Zúñiga Sánchez).