El Panamá juegavivo y el Panamá noble

 El Panamá juegavivo y el Panamá noble

Por Luis Alberto Díaz Jr

@ladiazjr

La idea que tenemos los panameños de nosotros mismos es la de un pueblo inculto, corrupto, vago y juegavivo. Razones hay para ello, sin duda, porque una parte de nuestra población así se manifiesta y se deja ver.

El día a día de nuestro Panamá es estremecido por las actitudes del delincuente común, del político corrupto, del vago que está en la calle aprovechándose de los demás, y por aquellos que actúan sin escrúpulos en el ambiente empresarial, laboral, gubernamental, incluso religioso, cuyo proceder desdice, y mucho, de su propia humanidad y de nuestra cultura como nación.

Sin embargo, muchos otros panameños son la cara opuesta de aquellos, y que jornada tras jornada dedican sus esfuerzos a engrandecer a su familia, a ganarse el pan honradamente, a procurar vivir con decencia y dignidad. Hacia estos panameños la mirada es poco dirigida, porque el impacto del mal proceder de los otros cubre, como un velo, la visión de ese otro Panamá que subyace en lo más recóndito del alma de esta pequeña patria que tanto amamos.

Mientras el Panamá juegavivo de aquellos insensatos que irrespetan el toque de queda, que trafican con los vales que ha dado el gobierno, que se aprovechan de los pobres de mil y una maneras, que dan rienda suelta a sus crímenes, a sus bajas pasiones y a su malvivir, se pone en evidencia en estos momentos de crisis ocasionados por la pandemia del Covid-19, el Panamá noble se muestra solidario acatando las disposiciones de salud pública, compartiendo lo que tiene con los necesitados, o jugándose la vida como voluntario para preparar bolsas de alimentos, como repartidor de comidas, y como trabajador del transporte y comercios autorizados, y de la salud o del orden público. Este Panamá noble, que construye el país las 24 horas del día y los 7 días de la semana, es el Panamá que se agiganta en este momento de crisis nacional y mundial.

Si alguna lección no está dejando esta pandemia del Coronavirus a los panameños es, precisamente, la claridad de ver estas dos caras del país. El panameño juegavivo, que sale cada tarde en los noticieros mostrando su bajeza y su falta de humanidad, debe ser erradicado de nuestra sociedad o, por lo menos, reducido a su mínima expresión. Panamá no se merece hijos así, y, es preciso poner toda nuestra capacidad e inteligencia para cambiar esta situación que nos carcome y nos hace cargar con un estereotipo que tampoco merecemos como nación.

Panamá es, con mucho, un país de un pueblo noble y trabajador. Y esa parte noble del país necesita, también, atención y cuidados que la engrandezcan. A esta nobleza debemos apelar, para transformar la sociedad política, el empresariado, los gremios, los sindicatos, y el resto de las organizaciones sociales. Esa es la tarea que hemos de asumir luego de superar esta crisis, para procurar alcanzar la meta de una sociedad panameña nueva, construida por panameños nuevos; y, que, en lo futuro, tengamos la firme esperanza de que el juegavivo quede sometido bajo el Panamá noble que hemos olvidado por prestarle más atención a los perversos.

Luis Alberto Diaz