La oportunidad política detrás del Covid-19
Por Luis Alberto Díaz / Jr@ladiazjr
El gobierno actual tiene la oportunidad de cambiar el país como ninguno de sus predecesores, con excepción del gobierno post invasión. Forzado a dedicarse al tema de salud y orden público, por causa de la pandemia del Coronavirus, goza de un receso en las gestiones cotidianas de gobierno y puede planificar, con casi total calma, las acciones que seguirá una vez controlado el ritmo de contagio del Covid-19.
Tiene a su favor el hecho de que su crisis fiscal es producto de un hecho fuera de su cotrol, como lo tuvo el gobierno de Guillermo Endara Galimany, y por ello los sectores económicos y la población están dispuestos a colaborar en cualquier plan fiable que busque normalizar y hacer crecer la economía del país. Pero, a diferencia del gobierno de Endara, el del actual mandatario sí tiene acceso expedito al crédito para financiar sus obras y no enfrenta el bloqueo político internacional y el riesgo de disturbios armados internos que padeció el gobierno post invasión.
Frente a este escenario, el presidente Laurentino Cortizo tiene la oportunidad política que le ofrece la situación del Covid-19, para lograr cambios importantes en la estructura democrática de Panamá que le permitan transformar el andamiaje gubernamental, la economía, y el desarrollo social del país.
Hacer una hoja de ruta para alcanzar esos cambios es una tarea urgente. La primera cosa que ha de proponerse es ganarse la confianza y la credibilidad de la población, a través de la transparencia y la rendición de cuentas en cada una de sus decisiones y actuaciones, para así lograr el clima de gobernabilidad y liderazgo que necesita para llevar adelante su gestión de gobierno. La segunda es la adopción y ejecución de planes concretos para el desarrollo económico, haciendo énfasis en las pequeñas y medianas empresas, el microcrédito para los trabajadores independientes que han perdido su fuente de sustento, y el fortalecimiento y promoción de las cooperativas de producción, principalmente del agro y la pesca. Y la tercera es el impulso de la transformación de las estructuras políticas, a través de una asamblea constituyente que propugne por darle mayor poder a los gobiernos locales, un mejor equilibrio del poder entre los tres órganos del estado, y una verdadera independencia de las entidades autónomas del estado con respecto a la manipulación política que existe hasta ahora. Aunque la constituyente no es de su simpatía, es la vía correcta porque involucra a todos los sectores nacionales.
Esta es una oportunidad de oro para que el mandatario deje su nombre bien grabado en los anales de la historia nacional. Ante grandes crisis, se necesitan grandes hombres y grandes liderazgos. Y esa grandeza se fundamenta no solo en las aptitudes de las personas que ejercen el poder y la autoridad, sino en la nobleza y la humildad para renunciar a los intereses personales y partidarios que las atan al efímero cargo que ostentan en un momento dado.
Con la situación política provocada por esta crisis de Coronavirus, quiérase o no, los planes originales de gobierno se han visto trastocados. Es un escenario diferente y reclama planes diferentes acordes con la nueva realidad de Panamá. Insistir en ejecutar las promesas de campaña que le sean incompatibles es caminar hacia el despeñadero. Así como el presidente tuvo el coraje de poner en manos de quienes estaban capacitados el manejo la crisis del Covid-19, igual debe hacer con el manejo de la nueva realidad nacional que tiene por delante. Señor Presidente: reafirme su liderazgo, busque a los mejores y más capacitados para asignarle las tareas de echar adelante el país, y recurra a la transparencia y al buen manejo de la cosa pública. No tema echar a un lado al que se muestre incapaz o incurra en actos de corrupción, porque mejor es pelearse con algunos por esa causa que cargar con el estigma de incapacidad y proceder corrupto ajenos.
La oportunidad política detrás del Covid-19 puede ser aprovechada para bien del país. Ofrece el campo propicio para la austeridad en el gasto gubernamental, el fortalecimiento de los servicios de salud, la transformación del sistema educativo, la creación de una estructura económica más acorde con nuestra realidad, un desarrollo social más justo y equitativo para los panameños, y, sobre todo, el abrir la puerta para el cambio constitucional profundo de las estructuras democráticas. Queda en manos de las actuales autoridades dar el paso, porque son ellas las legitimamente llamadas a tomar estas decisiones. Eso sí, lo que decidan hacer hoy dejará escrito para nuestra historia si será un gobierno para recordar o para olvidar.