Por Olmedo Beluche

El gobierno presidido por Laurentino Cortizo, el 24 de junio del presente, procedió a despedir tres ministras y reemplazarlas por otros cuadros políticos conocidos del aparato del PRD que ya estaban en su equipo. Es un cambio de caras, pero no de esencia, porque la cabeza y el corazón de lo que se está haciendo mal, desde la perspectiva de los intereses populares, sigue ahí: el equipo económico-empresarial encabezado por Héctor Alexander.

El cambio más sonado ha sido el de la exministra de Salud, Rosario Turner, quien ha llevado el peso de la respuesta a la pandemia del Covid-19. Turner, pese a rodearse de un equipo de especialistas en salud pública, fracasó en el control de la propagación del virus, en parte, por decisiones mal tomadas bajo la presión del equipo económico y del propio presidente, como la apertura apresurada de los bloques 1 y 2 de la economía. Turner también lleva sobre sí responsabilidades políticas como el drástico recorte presupuestario al MINSA y la Caja de Seguros Social de 2019 hechos por Cortizo.

Pero también hay que decir que la exministra Turner ha sido el chivo expiatorio de un sector de la burguesía desesperado por la apertura de los siguientes bloques de la economía, y de una campaña que pretendía culparla en exclusiva, para desviar las responsabilidades que le caben al propio presidente de la república, Laurentino Cortizo, a su vicepresidente Gabriel Carrizo, y a su apreciado equipo económico.

El hecho de que la epidemia parezca incontrolable en Panamá se debe no solo a decisiones mal tomadas en el combate a la pandemia, sino principalmente a razones estructurales como la desigualdad social, la pobreza, el hacinamiento, el pésimo abastecimiento de agua potable, el deficiente transporte público y, sobre todo, la destrucción del sistema de salud público basado en la atención primaria y comunitaria.

La responsabilidad de que el Covid-19 haya encontrado al país tan mal parado es a razón de las políticas neoliberales que se han aplicado desde el régimen militar del general Noriega para acá. Y los ejecutores de esa política han sido funcionarios como el actual ministro de economía Héctor Alexander, su mentor Nicolás A. Barleta, y el equipo de INDESA de los Chapman. Todos ellos dirigen la política económica de Cortizo y son los responsables de quitarle más de B/. 200 millones a la CSS y más de B/. 100 millones al MINSA el año pasado, poco antes de la pandemia.

El presidente, su equipo económico-empresarial y su partido PRD, son responsables de la pobreza y la desigualdad que permite que el virus se apodere de los barrios más pobres del país. Ellos le deben muchas explicaciones al pueblo panameño, empezando por aclarar: ¿dónde están los más de B/. 5,000 millones pedidos en préstamos estos meses?; ¿por qué han dado todas las ventajas a los bancos y un tacaño bono “solidario” que no alcanza para la canasta alimenticia? Para no dejar de mencionarlos, también es evidente la falta de insumos que denuncia el personal de salud y la cuestionada construcción del hospital modular.

Si hablamos de renuncias y cambios hay que exigir la salida del ministro del MEF, así como de la ministra de Trabajo, cuyo equipo ha propuesto junto al sector empresarial la destrucción de las conquistas del Código de Trabajo, la suspensión de los Contratos Colectivos y el no pago de las partidas del décimo tercer mes de los meses de agosto y diciembre. Debe renunciar también el director de la CSS, Enrique Lau, quien ha pretendido privatizarlos activos del programa IVM entre otras decisiones.

A un año de tomar posesión el presidente Cortizo el pueblo panameño se encuentra profundamente decepcionado. Pese a que ha contado con el apoyo de la burguesía, los partidos panameñista y CD, y de los medios de comunicación, el gobierno de Cortizo y el PRD han fracasado en todos los sentidos. Panamá entero exige y requiere un cambio mucho mayor que tres ministerios, se requiere un cambio total, empezando con la destitución del equipo económico muy defendido por Cortizo.

El país requiere más que cambios cosméticos, necesita un gobierno diferente, pero eso tiene como precondición que el movimiento popular empiece por unirse para luchar contra las actuales medidas antipopulares y sea capaza de construir una alternativa política popular.