Una cosecha por la vida
Por Irving Delgado Nay
Solo se escucha el corte de los machetes, mientras cruje el maizal que se entremezcla con el calor del día y el sudor del arduo trabajo del campo. Llegó la época de cosecha en Llano Marín, pero no es una cosecha cualquiera, es el resultado de la siembra de los privados de libertad, hombres y mujeres en búsqueda de una nueva oportunidad. Van por el camino de la resocialización que les brinda el Sistema Penitenciario del Ministerio de Gobierno.
La cosecha de una parcela de maíz en el Centro Penitenciario de Llano Marín no solo representa la culminación de un trabajo, es la esperanza de un mejor mañana y el regreso a la sociedad. Los días pasan rápido, ellos ya aprendieron a trabajar la tierra y la naturaleza agradecida les ofrece su cultivo, como si la misma tierra extendiera sus manos para que los privados tengan un nuevo amanecer.
Rosa Vergara, privada de libertad, con una sonrisa en su rostro y sin vacilar se pone manos a la obra para apoyar en la cosecha, pues ve con luces largas su futuro fuera de los muros, se propuso ser ingeniera agrónoma.
Con determinación camina en esa dirección, enriqueciendo su conocimiento en el agro. Sabe trabajar la tierra con máquinas agrícolas, pero en Llano Marín aprendió técnicas de cultivo manual, así como la utilización de las herramientas tradicionales, lo cual fortalece sus aspiraciones: “me siento orgullosa de mi trabajo”, recalcó Vergara.
Otro que se abre paso en el maizal con machete en mano y la popular saloma, es el privado de libertad Nixon De Gracia, quien también fundamenta su futuro en la enseñanza aprendida en el centro.
“Quiero hacer un proyecto en mi casa, tengo un terreno chico donde voy a sembrar maíz, trabajaré la parte avícola, producción de cerdos y poder echar más adelante, porque lo que he aprendido aquí quiero ponerlo en práctica cuando salga”, dice De Gracia.
Johana Ortega, directora del centro de Llano Marín, explicó que se han incrementado los programas de resocialización aprovechando los terrenos con los que cuenta el penal, haciendo un mapeo para organizar los proyectos de arroz, maíz, yuca y a futuro un estanque de tilapias, cumpliendo los objetivos en la rehabilitación de las personas privadas de libertad para que logren reinsertarse en la sociedad.
La siembra de maíz se realizó con la semilla Guararé por surco, un ancho de un metro y 50 centímetros entre plantas. Una parte de la producción será para la venta y otra para el consumo; mientras que 400 mazorcas se donarán a las Aldeas Infantiles S.O.S.
Esta siega es producto de la aplicación de técnicas que enseñan expertos del Instituto para la Formación y Aprovechamiento de Recursos Humanos (Inadeh) y el Ministerio de Desarrollo Agropecuario (Mida), todo en vías que los privados de libertad aprendan a sacar el mayor provecho al suelo, y a la vez reciban herramientas que les permita optar por un sustento digno cuando salgan del centro.