Más sobre la economía estratégica de mercado
La bitácora
Por Ebrahim Asvat
En una economía estratégica de mercado, el Estado debe promover la creación de riqueza y conciliar los intereses de los diferentes grupos de la sociedad. El poder estatal no puede estar en manos del poder económico, pues desvirtuaría esa necesidad de balancear los intereses.
Sin la posibilidad de balancear los intereses, es muy difícil mantener una ruta hacia del desarrollo humano. El poder del Estado debe estar conformado por cuadros políticos debidamente entrenados para las distintas tareas e ideológicamente orientados hacia los objetivos nacionales. Esos objetivos nacionales jamás podrán cercenar a la persona ni su libertad. El interés individual no puede ser sacrificado en aras del objetivo nacional. Es preferible un balance consciente de que la prosperidad y la libertad humana deben alcanzar a todos.
Una economía estratégica de mercado debe centralizar su atención a los productores de riqueza nacional. Ningún Estado puede depender exclusivamente de la inversión extranjera y pretender que sus índices de prosperidad o desigualdad van a mejorar para bien. Hay que generar un equilibrio y nunca menoscabar a los productores de riqueza nacional en los planes de desarrollo.
La libre competencia y la liberación de la economía no pueden desconocer la necesidad de ir fortaleciendo la iniciativa privada nacional para el bien nacional. Es más, el Estado debe ser un impulsor de la iniciativa privada nacional para que extienda su radio de acción en primer lugar hacia Centroamérica y el Caribe y luego entrar en el mercado regional latinoamericano como un jugador de primer orden.
Esto debe ir de la mano al desplazamiento de la participación de las empresas transnacionales en áreas estratégicas como las obras de infraestructura pública, bienes y servicios, donde tenemos la oportunidad de ser competitivos, además de fortalecernos para ampliar geográficamente el mercado. Igualmente, en áreas estratégicas donde un desabastecimiento puede generar una crisis alimentaria, médica o de seguridad.
Una economía estratégica de mercado conlleva una concientización de la población frente a la crisis de valores y el deterioro existentes de la institucionalidad. El progreso cultural de la población se convierte en un pilar importante para elevar la estima nacional y alinear a todos los intereses de los distintos grupos de la sociedad hacia una dirección en común.
Nada de esto se puede lograr si no empezamos a poner un poco de orden en el ejercicio político. Un cambio requiere un puñado de hombres y mujeres dispuestos a tomar el liderazgo necesario para orientar y accionar en el sendero que exige el país para salir de la desidia, el juega vivo, la trampa y la pobreza.