Este tiempo que vivimos
El dilema de qué creer
Ernesto A. Holder
A un poco más de tres semanas del asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse’s, entender lo ocurrido y poner las piezas en su lugar para esclarecer cómo se llevó a cabo ese magnicidio, es un asunto difícil ya que, al parecer, en el proceso de planificación del asesinato, hay claras señales de un plan de desinformación para desviar la atención y confundir a las autoridades y a la población.
En días pasados, el Cirujano General de los Estados Unidos, el doctor Vivek Murphy, publicó el primer aviso de su gestión en la administración del Presidente Joe Biden, describiendo la «amenaza urgente que representa el aumento de información falsa sobre COVID-19 y llamó a librar una guerra contra la desinformación sanitaria», según reportaron los medios de ese país. Aquí en Panamá de igual proceso de desinformación sanitaria ha hecho del esfuerzo por salvar vidas, una odisea adicional.
También, hace unos días en Cuba, se dieron unas protestas en varias ciudades de la Isla qué, según se ha divulgado, retan las condiciones difíciles con las que ha vivido el pueblo cubano durante las últimas décadas y exigen cambios fundamentales para mejorar las condiciones de vida de nuestros hermanos cubanos.
Tres temas trascendentales que tiene que ver con el bienestar y el futuro de los países mencionados pero que la labor de llevarlos a resultados claros y positivos se ve amenazada a cada paso por la desinformación (RAE: Dar información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines.) o los ahora ‘Fake news’: «información intencionalmente elaborada, sensacional, cargada de emociones, engañosa o totalmente fabricada que imita la forma de las noticias principales».
Dicho antes: No crean o tomen por cierto nada de lo que se les dice en el escenario mediático, ya sean los oficiales o lo que circula a través de las redes sociales. A lo largo de los años he examinado el tema de la difusión de información falsa, a veces evidente para algunos pero que, igualmente, tiene la facilidad de atrapar a grandes sectores de la comunidad a fin de crear dudas y causar alarma. Solo gente malvada puede dedicarse tan tranquilamente a crear y difundir estas amenazas sociales con fines dudosos y mezquinos por encima del bien universal humano. (sí, la desinformación es una amenaza social: verbigracia: la resistencia a la vacuna).
El doctor David Rand, profesor del Massachusetts Institute of Technology, teorizó que: “La explicación dominante de por qué la gente cree las noticias falsas ha sido que su razonamiento está cautivo por prejuicios partidistas [en la política] y su pensamiento (razonamiento) ha sido secuestrado”. Los estudios de Rand también pintan una imagen alterna: “Las personas que creen en cosas falsas son las personas que simplemente no piensan con cuidado”. Esto es cierto para lo que yo llamaría las posiciones heredadas. El asunto de las vacunas o la posición sobre Cuba, muchas veces tienen que ver – en términos generales – con cómo los adultos de la familia (padres) opinan sobre el tema. Igual sobre el socialismo, comunismo, religión, el cielo, el infierno, Arnulfo Arias, Omar Torrijos, etc.
En los tres ejemplos citados: la pandemia en los Estados Unidos, el asesinato en Haití y las protestas en Cuba, no todo es falso, pero vaya a ver qué en realidad es verdad, o se acerca a la verdad. Es dudoso, por ejemplo, en el caso de Cuba la idea de que podamos dejar nuestras posiciones, los que han estado en contra del régimen cubano desde siempre, los que lo apoyan a como dé lugar y los que podemos, a mi parecer, hacer un balance crítico sobre sus históricos logros (a pesar de un bloqueo económico) y sus desventajas, que han afectado el bienestar a futuro del pueblo cubano. La presente situación y la información que sale de la Isla, cierta, manipulada o falsa, esta teñida política y emocionalmente y sin contemplaciones por las posiciones mencionadas. Nadie cede y, discutir sensatamente el tema de Cuba para buscan un entendimiento justo para todos, a estas alturas, es poco viable.
Cuando se presentan eventos de esta naturaleza, siendo la pandemia la más peligrosa, hay que atender con determinación el proceso de la información y comunicación. Al descuidarlo como asunto secundario, los malévolos ponen en juego sus pretensiones más oscuras contra la humanidad y muchos, consciente o inconscientemente, caen en sus redes.