La unidad del PRD es imposible sin sus bases
Por: Jorge Zúñiga Sánchez
El Partido Revolucionario Democrático (PRD) es una compleja maquinaria de concertación política. Sus lineamientos programáticos generales están contenidos en sus estatutos, cuya importancia no radica en ser un requisito formal exigido para su reconocimiento legal, sino en que es el referente obligatorio para dirigir y organizar la vida partidista.
Contrario a lo que muchos piensen, por su carácter democrático y policlasista, las controversias políticas e ideológicas a lo interno del PRD, no son muestras de su debilidad, sino revelan su perfecto estado de salud institucional.
El consenso de esas discusiones y debates se habrán de sintetizar dentro de sus estructuras internas, siguiendo los trámites y procedimientos preestablecidos. Son sus propios estatutos los que aseguran la UNIDAD del PRD, partido por vías democráticas, tanto para la formación de liderazgos y la construcción de propuestas para la acción política.
No hay duda de que para alcanzar la UNIDAD, la participación activa de la membresía es una condición indispensable, dentro de las variadas estructuras y organizaciones territoriales o nacionales, y dentro de los frentes sectoriales de masas.
El país atraviesa hoy por momentos de crisis, que resienten las bases con mayor intensidad por la falta de orientación política. Esta difícil coyuntura es causante de la parálisis institucional del PRD, la que al tener reducida su capacidad de concertación interna, se le ha dificultado consolidar canales de relación con el gobierno del Presidente Laurentino “Nito” Cortizo Cohen , así como intervenir como mediador en el “affaire” mediático Ejecutivo vs Legislativo.
No tendría nada de reprochable que las próximas elecciones primarias de 2023 sea lo que motive los llamados para construir la UNIDAD del PRD. Sí lo sería que la fuerza de ese propósito coloque a segundo plano, la urgente necesidad de alcanzar la reactivación interna del partido.
Esta tarea no será fácil, pero tampoco será imposible. Lo cierto es que con un partido desvertebrado, el anhelado triunfo electoral en el 2024 se complica. No importa la motivación que nos mueva a “meterle el hombro” a esa campaña electoral. En juego está la vigencia de las conquistas sociales heredadas del torrijismo en el campo de la educación, la salud y el trabajo, las que le asegurarán la subsistencia de la clase media panameña.
Nos la estamos “rifando todo”, de modo que vale la pena el esfuerzo de las BASES y LA DIRIGENCIA, para recorrer las comunidades y curar muchas heridas y a brindarle explicaciones necesarias, porque repetimos, mostrar una imagen de UNIDAD partidista, es una condición indispensable para lograr la reconciliación con la sociedad panameña.