El Escorpión
SIN AGUA NI HIDRANTES
El incendio que consumió varias bodegas en la Zona Libre de Colón deja nuevamente en evidencia la poca atención que se le presta a la zona franca en el tema de infraestructuras. Cómo es posible que en un lugar donde se almacenan mercancías de gran valor, algunas con poder inflamable como licores, perfumes, alcohol, materiales como el cloro y otras más, no tenga un sistema de atención de incendios cónsono con los servicios internacionales de esa entidad. Estamos seguros que la Zona Libre genera lo suficiente para construir su propio sistema de acueducto, instalar hidrantes y hasta tener su propio servicio de bomberos como ocurre con el aeropuerto de Tocumen. Sin embargo, instituciones como la Zona Libre se convierten en proveedores de fondo para la burocracia del gobierno central, donde primero se saca la cuota que se le asigna para fondear al gobierno de turno y después atender las inversiones de la entidad. Allí está parte del mal de la incompetencia de esta y otras entidades autónomas, cuya autonomía es más nominal que real. No es ni será la primera vez que un fuego deja perdidas millonarias allí, ni que destruya tantos bienes por falta de agua y de hidrantes. La saga continúa.
VIDA Y MUERTE
Primero fue el hallazgo de una bebé dentro de una bolsa por los lados de Tocumen y luego el descubrimiento de un cadáver en Cerro Patacón. Ambos hechos, que nos cuestionan fuertemente sobre la vida y la muerte, también ponen de manifiesto la indolencia a la que nos estamos acostumbrando con respecto al valor de la vida humana. Una pequeña recién nacida abandonada al pie de un paso peatonal y expuesta a los peligros de la intemperie y de animales carroñeros es un acto inhumano, criminal e inmoral. Tirar un cadáver en un basurero, no lo es menos. ¿Hasta dónde vamos a llegar con esta degradación moral? ¿En qué se está convirtiendo nuestra sociedad? Algo hay que hacer para rectificar el rumbo, antes de que lleguemos al filo del despeñadero y perezcamos todos.
ROBO IRREVERENTE
La audacia y la temeridad de los ladrones parece no tener límite. Es más, va en aumento. Ahora traspasaron los límites de la fe y le cayeron encima a un cura y sus ovejas por los lados de La Locería, despojándolos de sus pertenencias. Tal es la falta de respeto de los maleantes, que ya no se conforman con irrumpir en los cuartos de urgencia de los hospitales y oficinas públicas, otrora lugares por el que sentían respeto los delincuentes, sino que se atreven a cometer sus fechorías en sitios considerados sagrados como las iglesias. De seguro los criminales son de aquellos que no tienen ni Dios ni ley, por lo que de ser atrapados por la policía -que por cierto ha minimizado el hecho «aclarando» en sus redes sociales sobre las víctimas que se trataba «un pequeño grupo de personas»- hay que aplicarles un sanción ejemplar, ya que no solo se trata de despojar a los afectados de sus pertenencias, sino de vulnerar lo más íntimo de su ser como creyentes ocasionándoles un daño moral quizás irreparable.
LA ANDADERA Y LA MONTURA
Dos pretendientes a la candidatura presidencial por sus respectivos partidos políticos acaban de cruzar presentes a través de las redes sociales. Ambos tienen en común el cabello blanco, aunque uno más que otro, quizá por el riesgo de volver a pisar la cárcel. El más viejo prometió regalarle una silla de montar al más joven, para que en su próxima cabalgata no se caiga del noble bruto que lo transporte. Y el bisoño, por su parte, entró en el juego de la jodedera y le compró una andadera y un cuello ortopédico al vétero para que los luzca en las próximas audiencias criminales a las que está llamado. El intercambio de regalos promete ponerse interesante a medida que nos adentremos en el proceso electoral para los comicios de 2024. Y aquí nada de amiguito secreto ni elefante blanco, los dos van de frente y dispuestos a dejar como niños de teta a Santa Claus y los reyes Magos con sus regalos.