La alharaca por los subsidios

 La alharaca por los subsidios

La Bitácora

Ebrahim Asvat

Han salido en los espacio públicos muchos supuestos libertarios condenando los subsidios como si esto fuera una plataforma para promover la vagancia, la pereza y la promoción a la alergia laboral.   De una u otra forma todos desde los ricos hasta la clase media recibe subsidios del Estado.   Esa realidad es incuestionable.  Los incentivos fiscales,  los intereses preferenciales,  las deducciones personales, las donaciones particulares,  la deducción sobre las pensiones privadas son en alguna forma subsidios beneficiando a unos frente a otros.  Pero ninguno de estos subsidios son objetos de discusión.

Molesta los subsidios a  los pobres,  a los indigentes,  a los discapacitados y a los de la tercera edad.  Para mejor entender este problema hay dos realidades por comprender.  En primer lugar el sistema económico no es perfecto pero no existe otro mejor.  En el camino muchos se pueden quedar atrás.  Ningún sistema económico puede ser inhumano,  debemos enfrentar esa realidad y sopreponer al ser humano por encima del sistema.  De esta forma podremos entender  los subsidios como mecanismo para impedir que la población  con algun nivel de desventaja colapse o vivan fuera de una realidad económica básica. De allí que lo subsidios tienen una finalidad.

Si el ciudadano no  ha contribuido económicamente a su seguridad social por estar en la informalidad, el Estado le provee una asistencia económica. Este es el sentir de los B/120 a los 65. Igualmente la beca universal tiene el propósito de darle a todo niño o joven panameño la oportunidad de seguir estudiando y con una suma básica aportada por el Estado  satisfacer parte del costo que involucra ir a un colegio.   Los programas o subsidios a los discapacitados ayudan a la familia a sostener el costo de la manutención adicional exigida por  una persona que no tiene todas sus facultades disponibles. El Estado requiere ser cada vez más humano y estos programas ayuda a sensibilizar las políticas públicas y son garantes de una paz social.

El Estado tiene tres formas de promover el circulante, motor de la economía.  Una es a través del consumo, la otra es a través de la inversión extranjera y la tercera es a través de la deuda. Con la cuarentena producida por el Covid, (el Estado panameño no es el responsable de esta pandemia), se produjo una paralización del movimiento comercial.  Igualmente, a nivel mundial se detuvo la inversión extranjera.  Frente a esta realidad ciento de miles de personas se quedaron sin un salario mensual. Igualmente, la recuperación de la pandemia fue lenta.  Los índices de desempleo no se recuperaron a la velocidad como se abrió la economía.  La inversión extranjera no se activó a los niveles del año 2019. El único camino para los Estados fue promover el consumo, Ayudar a las empresas a restablecerse.

En Panamá los subsidios no alcanzaron a los sectores productivos ni al comercio. Muchas empresas desaparecieron otras todavía sobreviven con enormes dificultades financieras.  El Estado se limitó a otorgar subsidios personales a los asalariados y los agentes de la informalidad a título personal.  Y esta medida ayudo a promover el consumo aún limitado a los bienes alimenticios y consumo personal de primer orden (medicinas, artículos de aseo personal y del hogar).  La medida fue correcta y hemos evitado disturbios y saqueos a los comercios locales y una conmoción mucho más destructiva para la sociedad.

Cuando observo como el gobierno del Reino Unido y Canadá sigue apostando a los subsidios para un retorno saludable a la normalidad económica puedo entender que las medidas no son ni populistas ni un derroche presupuestario.  Es difícil en ocasiones entender las medidas económicas,  más aún cuando los niveles de desconfianza a los estamentos del poder público son extremadamente altos o la sociedad se encuentra bastante fraccionada.

 

 

 

 

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