Cómo vivir de la basura
La idea estereotipada que tenemos de las personas que viven o pueden vivir de la basura nos empuja a pensar en aquellos que llamamos «piedreros» y que rebuscan entre las tinaqueras algún artículo de valor para poder negociarlo.
por Luis Alberto Díaz
El término basura para nosotros se refiere, de manera general, a todos los desechos que tiramos dentro de bolsas de plástico, con la intención de que sean llevados a los vertederos por el camión recolector de la Autoridad de Aseo o las empresas contratadas para tal fin en algunos municipios. Es un vocablo genérico que envuelve todo: desde desperdicios orgánicos hasta inorgánicos, pasando por los de papel, cartón, plástico y madera. Todo eso significa basura para la mayoría de nuestra población, que no hace diferencia sobre lo aprovechable o no.
Si bien es cierto que algunos panameños viven de lo que les produce la basura, gran parte de ellos en situación de informalidad, no lo es menos que el aprovechamiento de lo que se desecha podría dar ingresos a muchas personas si las autoridades crearan un sistema de micro empresas de reciclaje a lo largo del país, capacitándolas y organizando la actividad para el procesamiento de los productos que resulten y el acceso a los mercados.
Tal organización debe incluir una cadena de acopio, más allá de los cajones residenciales donde se lanza la basura. Las autoridades podrían comenzar con los miles de funcionarios que laboran en las entidades estatales y con los alumnos de las escuelas públicas, haciéndolos llevar dos veces por semana los desechos inorgánicos que se produzcan en sus respectivos hogares. Incluso hacerlo en días distintos para funcionarios y estudiantes, a fin de que los desechos no sean tan voluminosos al transportarlos. Desde las escuelas y las entidades se clasificarían y enviarían a los centros de reciclaje instalados en las comunidades que se destinen para ello.
Una revisión de la basura que producimos, solo por observación, nos puede dar idea de la cantidad de artículos que se tiran y pueden ser aprovechados. Electrodomésticos, muebles, puertas y ventanas, adornos, madera, libros, cartón, papel, vidrio y otros son desechados junto a los desperdicios orgánicos. Si a las personas que laboran en entidades del estado o asisten a escuelas públicas, se les instruye para dividir en dos grandes partes, orgánica e inorgánica, la basura de sus casas, la iniciativa podría tener un éxito inmediato. Y si se suman empresas privadas que cuenten con gran cantidad de empleados o desechan gran cantidad de material reciclable, mucho más éxito se lograría.
Con tantos panameños hoy en la informalidad económica o en situación de desempleo, vivir de la basura sería una respuesta para muchos. Todo está en tener la voluntad de hacerlo.