El desafío de la recolección de basura

 El desafío de la recolección de basura

La acumulación de basura impide el libre tránsito de los peatones y representa un peligro para la higiene y la salud pública. Foto Internet

Alrededor del mundo muchos países enfrentan el crecimiento de la producción de basura. En no pocos el fenómeno hace crisis. La industralización ha provocado que nuevos materiales, como el plástico y las baterías, aumenten el volumen de los desechos contaminando ríos, lagos, mares y océanos, además de invadir las calles de las ciudades poniendo en peligro la salud pública. 

por Luis Alberto Díaz

Cuando un gobierno decidió quitarle al Municipio de Panamá la responsabilidad de recoger la basura y mantener el aseo urbano y domiciliario en la ciudad capital, porque el alcalde de entonces era incapaz de cumplir con esa tarea, creó, mediante la Ley 51 de 29 de septiembre de 2010, la Autoridad de Aseo Urbano y Domiciliario (AAUD) traspasándole dicha función y prometió que el problema quedaría resuelto de manera definitiva. Nada más falso. Tras 13 años de su creación, no solo la basura sigue regada por doquier, sino que la situación se ha agravado convirtiendo a la AAUD en un ente inoperante.

Aunque tiene alcance nacional, su gestión prácticamente se concentra en la Ciudad de Panamá. Ejemplo de ello es que San Miguelito, un distrito aparte pero incluido en el conglomerado urbano capitalino, no es atendido por la AAUD y es el que muestra la situación más crítica con respecto a la acumulación de basura en las vías públicas.

Dicha entidad tiene dos propósitos principales, según la ley que la rige: uno operacional y otro de diseño de políticas para el sector. El primero es un evidente desastre y el segundo ni se nota su existencia. Las funciones a ella atribuidas de administrar, dirigir, planificar, operar, explorar, aprovechar, investigar, inspeccionar y fiscalizar los servicios relacionados con el aseo urbano, comercial, domiciliario y de los rellenos sanitarios no soportan un riguroso examen de fiscalización y cumplimiento. Como ente es un fracaso y un consumidor de recursos públicos. No tiene razón de existir.

La recolección de la basura en la ciudad capital debe volver al municipio y la AAUD reducirla a un departamento que forme parte del Ministerio del Ambiente, para que desde allí se ejecute el propósito de diseño de políticas para el sector con alcance nacional que la Autoridad de Aseo no ha podido cumplir a cabalidad.

El desafío inmediato para corregir el rumbo del fallido sistema de recolección de la basura en las áreas urbanas es adoptar medidas inmediatas, tales como: fijar sitios de acopio en barriadas y urbanizaciones, en vez de la recolección casa por casa, aprovechando que en muchos lugares las personas sacan la basura de sus hogares y las llevan a puntos espontáneos para disponer de ellas creándose los conocidos «pataconcitos.»  Instalar recipientes o contenedores más pequeños en las áreas céntricas, en vez del mamotreto de metal que se desborda de basura e impide el paso de los peatones, porque sólo puede manipularlo el gran camión recolector. De esta manera serían más fáciles de vaciar y depositar en vehículos recolectores más pequeños que la podrían recoger con más frecuencia.

Otra medida que podría adoptarse es comprar la basura no orgánica en diversos centros de acopio. La condición sería que venga debidamente clasificada y limpia, reduciendo así el volumen de los desechos y mitigando el nivel de contaminación ambiental. Esto podría hacerse a través de las juntas comunales.

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Dentro de las políticas para el sector aseo, es necesario abrir a licitación la recolección de basura, con contratos cada 3 o 5 años, entre empresas privadas panameñas. Esto abriría la posibilidad de crear empleos, ahorraría millones de balboas al estado que ve cómo se pierden con los costosos camiones que quedan varados por falta de piezas y de mantenimiento, además de hacer más eficiente el manejo de la recolección de desechos.

Finalmente, debe resolverse el problema de la morosidad en el pago de la tasa de aseo. Es imperativo eliminar el actual método de tasación y menos incluirlo en los recibos del agua o de la luz. Esa tasa debe trasladarse a los empaques y envases que representan un alto factor contaminante. Podría fijarse en 3% y agregarla al ITBMS. De esta forma se pagaría 10% de impuesto, pasando los tres décimos al aseo, sobre toda compra de artículos cuyos empaques o envases se convertirán después en basura. Así no solo se reduciría drásticamente la morosidad, sino que quien genere más basura pagará más por ella.

Quedaría pendiente el manejo de Cerro Patacón y el resto de los vertederos a nivel nacional, pero este tema reclama por sí mismo un artículo aparte.

Luis Alberto Diaz