Cobre y petróleo

 Cobre y petróleo

Es una imagen casi icónica del Darién. Como este vehículo que quedó varado en su intento por cruzar el Tapón del Darién, así podría quedar la población esperando los beneficios de una mala explotación del petróleo que se oculta bajo su suelo. Foto internet.

Panamá tiene riquezas inexplotadas bajo su suelo que podrían cambiar su destino

por Luis Alberto Díaz

La existencia de yacimientos de petróleo en cantidades explotables en Darién y Bocas del Toro abren un horizonte promisorio para el país y su gente, pero también corremos el peligro de destapar una caja de Pandora que acabaría con nuestra riqueza natural enriqueciendo a foráneos y empobreciendo a los nacionales, como ocurre con la tala ilegal para obtener madera y la extracción ilícita de oro.

Convertirnos en un estado petrolero sin duda aumentaría exponencialmente nuestro Producto Interno Bruto pero, si no creamos un mecanismo para distribuir mejor de la riqueza, ese crecimiento no garantiza que la población mejore su calidad de vida en lo personal y lo colectivo. Experiencias con el oro, el cobre y el Canal de Panamá son vivos ejemplos de la falta de visión de la mayoría de los gobernantes que hemos tenido en esta última etapa democrática.

A nuestros políticos les hace falta visión para liderar el desarrollo del país desde una perspectiva integral. En vez de enfocarse en obras materiales que mas bien son monumentos a su propia memoria como mandatarios, deberían proponer planes y programas de desarrollo en consenso con el resto de la sociedad política y la sociedad civil, cuya fuente de financiación sean los aportes del Canal y lo que se percibe de las empresas mixtas como participación del estado en ellas. Igual debe ocurrir con los réditos que deja la explotación de los minerales y la riqueza del subsuelo.

De llegar a concretarse esa explotación petrolera, lo primero sería garantizar para el país los ingresos justos por esa operación. Ejemplo tenemos en Noruega y algunos países árabes que han transformado sus sociedades a través de fondos soberanos de inversión que se nutren, fundamentalmente, de sus recursos petroleros y materias primas, y cuyas ganancias son invertidas en la investigación, la innovación y el desarrollo, además de la educación, la salud y los servicios públicos de calidad.

Si miramos hacia nuestra realidad y hacemos un examen de conciencia nos daremos cuenta del tiempo y la oportunidad que hemos perdido. ¿Cuánto dinero hemos recibido por los aportes directo del Canal? ¿En qué lo hemos gastado? ¿Qué inversión hemos hecho con lo proveniente del oro y del cobre? ¿Cuántos «pellizcos» le han dado los políticos al Fondo de Ahorro de Panamá y para qué? ¿Cuál es su estado actual?

Todavía estamos a tiempo para diseñar un plan de desarrollo cuya financiación esté sustentada en lo que aportan nuestras riquezas naturales. Cobre y petróleo están en nuestro horizonte. Los ingresos provenientes de esas fuentes, sumados a los aportes del Canal, nos permitirían dar un salto cuántico en cuanto a progreso y calidad de vida. Solo hace falta visión y voluntad, pero si no construimos una democracia participativa que acerque la toma de decisiones al ciudadano todo será inútil. Y más si continúa el control del poder que la casta política corrupta ha instaurado aprovechándose de las debilidades del sistema político.

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Luis Alberto Diaz