El Escorpión

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CIERRE DE MINA

Luego del fallo de la Corte Suprema declarando la inconstitucionalidad de la Ley 406 que aprobó el contrato minero, ahora nos corresponderá a los panameños transitar el camino hacia el cierre definitivo de la mina. Si el presidente cumple su promesa de acatar el fallo y decretar el cierre de operaciones de la minera, quizá sería el único legado perdurable que podría dejarnos de su gestión presidencial. Para eso tendrá que apoyarse en la experticia de los nacionales y extranjeros en este tema. Tiene a su favor un fallo de la Corte profundo y detallado, en el que, incluso, se reconoce que no hubo tal concesión minera. Que no se deje convencer por quienes, aprovechando que están a su alrededor, tratarán de sacar alguna ventaja de cara a las elecciones de mayo 2024. Su mecha corta se la prendieron esos mismo que lo rodean y lo hicieron explotar con esta crisis, no deje que le pongan azúcar a su leche y plántese firme en estos meses que le quedan como mandatario.

MUESTRA DE CIVISMO

Después de tanto bloqueo de vías con escombros, quema de llantas y cuanto artefacto encontrarán a mano, las carreteras quedaron sucias y manchadas. Sinembargo, los campesinos de la costa abajo de Colón dieron una lección de civismo a los cochinos que cogieron las de Villadiego después de conocerse el fallo de la Corte, limpiando y recogiendo la basura que quedó tirada por doquier. Esos héroes, hombres y mujeres, que poca exposición tuvieron en la lucha y cuyo aporte de coraje y valentía por mar y tierra es encomiable, han demostrado con su gesto de civismo que la protesta patriótica no solo está en vociferar, insultar o arengar con bocinas estridentes mientras se tranca el paso, sino en dar testimonio de buen ciudadano siempre y en todo lugar. ¡Felicidades y gracias!

FIESTA CÍVICA

El pueblo panameño celebró con alegría el fallo constitucional que reafirma el fin de la explotación minera a cielo abierto en Donoso. Ha sido una fiesta cívica en cada rincón del país, por parte de quienes estuvieron día tras día manifestándose y reclamando el fin de esa minería destructiva. Atrás quedan los días de las largas caravanas de vehículos detenidos porque les impedían la marcha, abordo de los cuales también había personas que ofrendaban el sacrificio de pasar días y noches dentro de ellos, en las condiciones más extremas posibles viviendo de la caridad de quienes les traían agua y comida sin posibilidad alguna de ser relevados o tener el consuelo de cobijarse bajo algún árbol o irse a descansar a casa para volver al día siguiente a la vía cerrada. Estos, también, dieron su cuota de sacrificio. Pero vale la pena volver sobre esa alegría de compartir, como hermanos y compatriotas, el resultado logrado, en paz y en libertad de transitar de uno a otro confín del país, clima que debió existir desde el principio. Que quede de lección para todos que, sin hacernos daño nosotros mismos, podemos lograr muchos cambios juntos como hermanos e hijos de esta tierra panameña.

LA SIGUIENTE BATALLA

Más allá de esta página escrita contra la minería a cielo abierto, a los panameños nos espera librar una batalla épica e importante: la lucha contra la corrupción. Esa misma corrupción que llevó a la negociación y aprobación del «expulsado» contrato minero, con las artimañas e imposiciones propias de quienes, amparados en sus cargos públicos, se han arrogado el derecho de disponer del gobierno y sus recursos como si fueran parte de su propiedad. Esta batalla no debe circunscribirse a la fiscalización o la protesta pública, sino a orientar al resto de nuestro compatriotas en la elección de nuestras próximas autoridades. Los sinvergüenzas que intentan reelegirse o llegar al poder con trucos corruptos disfrazados de legalidad no deben pasar. Esos que utilizan la doble postulación, la candidatura de un hijo o familiar como compañero de fórmula; esos que ya traen condenas a cuestas por robarle al estado o por delito común; esos que como diputados han votado por el contrato minero, la reforma amañada del código electoral y por otros proyectos de ley que tuercen el espíritu de la ley misma, deben ser «expulsados» de la vida política como expulsada fue la ley que aprobó el contrato minero de la vida judicial. El civismo, la institucionalidad de la nación y la recta administración de la cosa pública debe imponerse sobre el sistema de corrupción pública que ha sido implantado por aquellos que ya sabemos quiénes son. En nuestras propias manos está cambiar el rumbo del país y las elecciones de mayo de 2024 serán una gran oportunidad para que el pueblo hable alto y claro.

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