El día después

 El día después

La bitácora

Ebrahim Asvat

Después de ese sentimiento apocalíptico de muchos por los resultados adversos en las elecciones generales es momento de reflexionar y analizar el porqué de  los resultados. En primer lugar, en Panamá existe una dicotomía entre el pensamiento popular y el pensamiento de los sectores de la clase media y alta.   Toda la avalancha de mensajes negativos no logró incidir en la elección del candidato con mayores simpatías.

Los panameños tenemos nuestra propia idiosincrasia. No nos van a encasillar en prototipos extranjeros ni tampoco somos muy adeptos a ser objeto de evangelización política con valores que interpretamos de forma distinta. Este país y su gente cree en su modelo económico existente y no está dispuesto a experimentar con otros modelos económicos alternos.  Ni el cubano ni el venezolano.

La agonía nacional esta fundamentada en la ausencia de oportunidades. El país necesita inversión, generar empleos, mover la economía. Nuestro marcado individualismo nos impone la necesidad de buscar a aquellos gobernantes que nos amplie el espacio de consumo y bienestar. Más que ciudadanos somos consumidores y exigimos buenos servicios y productos.  La ideología juega un papel secundario.  Nuestro pragmatismo nos impone la necesidad de apostar a quienes logren impulsar la economía.   Hablar de valores es un discurso agotado e interpretado como una hipocresía de sus voceros.

El panameño no necesita cambiar. Es como es y transformarlo en un ente exclusivamente productivo y encasillado en unos valores occidentales atenta contra su imaginario influenciado por distintas cosmovisiones.   El crisol de razas conlleva un sincretismo cosmológico en nuestra forma de interpretar la realidad externa.

Desde la perspectiva de los partidos políticos vemos como se desvanecen los dos grandes partidos tradicionales. El PRD y el Panameñismo.   Las nuevas generaciones ya no sienten una identificación con sus planteamientos.   Andan en busca de nuevas opciones partidarias.  Y si no la encuentran sienten marcada oportunidad de buscar opciones individuales.  El independiente es un ser marcado por su exagerado ego personal.    Solo contra el mundo.    Mejor solo que mal acompañado.    Lastimosamente su impacto en los cambios requeridos es mínimo.    Sin concertación el país no avanza.

Estas elecciones han sido fatales para algunos medios de comunicación. Ese hostigamiento de medios como La Prensa y TVN tendrá sus costos si no se produce cambios en sus cuadros periodísticos. Y que decir del PRD:  Tres candidatos presidenciales salieron de sus entrañas para terminar en cuidados intensivos.    Para Martin Torrijos, su ambición resultó suicida.   Para Zulay solo le resta continuar en su soledad política.

Barbara Tuchman escribió un libro titulado “The March of Folly” para describir como los Estados cometen errores cuando existen  mejores opciones para enfrentar conflictos. Quizás sea la oportunidad para una versión panameña de como los egos y los intereses nublan las posibilidades de triunfos electorales.   O quizás un capítulo en la historia de la estupidez humana.

El país no se acaba.   Saldremos adelante y enfrentaremos los problemas.  Por lo menos es lo más significativos del discurso del presidente Electo.   En ese objetivo todos debemos ser partes pues la Patria es de todos.

aldiapanama