El rescate de Colón requiere remontarse a su vocación histórica
Nació sin nombre, sugirieron llamarla Aspinwall y finalmente terminó llamándose Colón después de una larga disputa de casi 40 años.
por Luis Alberto Díaz
Las distintas etapas de bonanza de la ciudad de Colón han estado determinadas por acontecimientos externos y su nacimiento como ciudad portuaria y de tránsito. Trabajadores jamaiquinos, españoles, antillanos, italianos, entre otros, trabajaron en sus inicios en el año 1850 enfrentando el pantano virgen de la isla Manzanillo y los grandes enjambres de mosquitos, enfermando y muriendo muchos de ellos de malaria o disentería.
En aquel tiempo la Compañía del Ferrocarril de Panamá buscaba un sitio para construir una terminal que uniera el Atlántico con el Pacífico, a través del primer ferrocarril interoceánico en el Nuevo Mundo. Durante dos años, después de construida, la terminal permaneció sin nombre, hasta que John Lloyd Stephens sugirió llamarla Aspinwall, en honor de William Henry Aspinwall, uno de los directores de la Pacific Mail, empresa que financiaba la compañía del ferrocarril de Panamá. Pero, el 27 de febrero de 1852 se bautizó y se fundó formalmente como Colón.
Prosiguieron los trabajos y se rellenó una sección pantanosa de la isla; trazaron calles, erigieron edificios y se instaló un tanque para el almacenamiento de agua pura. Sin embargo, este puerto bullicioso, por donde pasaban miles de viajeros cada año, tenía en sus inicios una apariencia deplorable de abandono y desaseo. Incluso en algunos textos de la época la presentan como un lugar insalubre.
Colón y el oro en California
Con el descubrimiento del oro en California, Colón cobró gran auge como puerto de llegada y embarque para quienes cruzaban por el Istmo hacia la costa oeste de los Estados Unidos, específicamente rumbo a tierras californianas. Pero su nombre seguía generando controversia: el gobierno y los ciudadanos insistían en llamarlo Colón, mientras que los estadounidenses se aferraban a su elección. Intentaron llamarla Aspinwall-Colón, pero eso no satisfacía a ninguna de las partes y este desacuerdo persistió por 40 años, hasta que en 1890 el gobierno colombiano terminó la controversia al dar instrucciones a los carteros de regresar a sus remitentes toda correspondencia dirigida a Aspinwall. Desde entonces el nombre oficial ha sido el de Colón.
Después del auge del oro en California, Colón vivió momentos de altas y bajas, pero seguía siendo un importante sitio portuario. En medio de la Guerra Civil colombiana fue quemada en 1885, desatando apasionadas controversias políticas que pueden consultarse leyendo su historia, y en 1915 sufrió un nuevo y devastador incendio, pero volvió a cobrar auge con la construcción del Canal de Panamá por parte de los Estados Unidos y constituyéndose en un emplazamiento urbano con una arquitectura muy particular y un estricto plan de higiene pública que la llevó a conocerse como la Tacita de Oro.
El Canal y las guerras mundiales
Tras terminarse la construcción del Canal sobrevino, en poco tiempo, la Primera Guerra Mundial y Colón volvió a recuperar su auge económico y elevando su población a 10 veces el tamaño que tenía en 1900. Vuelve a ver un tiempo de gran bonanza durante la Segunda Guerra Mundial y luego decae, por lo que en 1953 fue creada la Zona Libre de Colón (ZLC) para aliviar la mala situación económica y social en la que estaba sumida.
Al final de la década de 1960, Colón entró en una brutal depresión económica, hasta que en el lustro de 2000-2005 mejoró el comercio y se amplió la ZLC, sobre todo en el área de bodegas de France Field. No obstante, en los últimos 20 años y a pesar de las multimillonarias inversiones estatales, la pauperización y la delincuencia, principalmente la vinculada al narcotráfico, la han transformado en un lugar ruinoso y peligroso lleno de problemas sociales. Colón es la ciudad más desarrollada del Caribe panameño y del Caribe centroamericano, con puertos importantes y un entorno de gran potencial para su desarrollo y, a pesar de sus problemas, aún tiene un futuro prometedor.
Volver a poner a Colón en la senda del progreso requiere de un examen riguroso de su realidad. Lo primero que debe imprimírsele es un aire de seguridad incuestionable, porque es esencial para atraer inversión y visitantes. Reevaluar su destino como puerto libre acorde con la forma en que se mueve el comercio mundial hoy, incorporando a la Zona Libre (que es el verdadero puerto libre) y dotándola de alta tecnología para el comercio en línea y los servicios logísticos que conlleva la actividad de comercio mundial.
Otra cara de ese puerto libre colonense sería la atracción de visitantes, para lo cual es fundamental una infraestructura atractiva y agradable, con servicios públicos que compitan con lo que ofrecen los destinos más cotizados el área del Caribe, si queremos atraer los cruceros que ofrecen viajes por la región caribeña. Dentro de esa infraestructura Colón tiene aeropuerto, Puerto de Cruceros, sitios históricos como Portobelo, el centro de visitantes del Canal de Panamá en el Atlántico, las selvas aledañas, las comunidades de los lagos Gatún y Alajuela, y la cercanía con la Ciudad de Panamá, presentando una oferta de Caribe y Pacífico única.
Infraestructura y puerto libre
Uno de los retos del proyecto de puerto libre es el tema de la venta sin impuestos de la mercadería, cuya solución está en el uso de la tecnología. El visitante que compra recibiría, a través de una aplicación, el reembolso por el pago del impuesto de la mercancía adquirida una vez salga por el control aduanero y migratorio. Así reducimos el riesgo de contrabando hacia el mercado local.
Como ha sido la vocación histórica de Colón, la oferta de entretenimiento debe ser de calidad y para ello requiere de instalaciones para presentación de conciertos y establecimiento de casinos de lujo. En esto último tendríamos que eliminar todo otorgamiento de licencia de casinos y casa de juego en la capital y ciudades aledañas del Pacífico panameño, para concentrar esa actividad en Colón. Igual puede ser un destino gastronómico para probar toda la comida caribeña en presentación de alta cocina. Y no olvidemos la riqueza cultural que tiene Colón que bien podría ser una carta de presentación convirtiéndola en una marca regional y de país.
Sin duda muchas otras cosas pueden pensarse para el desarrollo de Colón y, de paso, del país mismo. Todo está en abrir a consulta las ideas y tomar decisiones que vayan más allá del arreglo de calles y la construcción de edificios de viviendas populares dentro de las 16 calles de una ciudad que superó su condición de sitio insalubre y un nombre que no querían sus habitantes, hasta cada fin de bonanza que generaron los acontecimientos que le dieron auge en épocas pasadas.