Gobernanza y democracia
Por Avenabet Mercado /Al Día Panamá
La democracia, es transparente y accesible. Eso significa que la gobernabilidad, también requiere promover instituciones amparadas en los principios de justicia y responsabilidades con la deuda social; donde además, los derechos humanos avancen en las formas más adecuadas posibles.
No se trata que abunden jueces que apliquen la ley, se capaciten a los miembros de los estamentos de seguridad y se les entreguen modernas herramientas para frenar los escenarios del narcotráfico, trata de blanca y el pandillerismo; de lo que se trata es que funcionen bien.
De nada vale que en el Ministerio de Educación (MEDUCA) se impulsen proyectos educativos para favorecer a sectores sociales específicos, donde las respuestas no son de urgencias notorias; de lo que se trata es que los procesos educativos lleguen donde verdaderamente sean necesarios.
Gobernar y dirigir las instituciones del Estado jamás es modernizar centros de salud, de lo que se trata es que la salud llegue adecuadamente a los sectores más humildes de la nación y que además, las familias tengan las facilidades de acercarse a un médico y al mismo tiempo sean asistidas.
Para poder ser triunfadores, primero nuestros políticos deben aprender a desarrollar gestiones administrativas que respondan a las necesidades que exige el país y además, que todas las personas puedan participar del debate público y de esa forma sean ellos mismos quienes decidan sobre las decisiones que puedan afectar a sus vidas.
En nuestra nación, ya se hace necesario forjar un buen modelo de democracia, que por los menos nos compare a la tan mencionada democracia que se vive en la república de Costa Rica, donde muchas naciones de América Latina hablan de ella y sus dirigentes.
Siempre estamos hablando de nuestra democracia, pero nos falta tener mejores modelos de partidos políticos. Más aún, no hemos podidos encontrar las avenidas que nos conduzcan al reemplazo de un sistema político donde la justicia o aplicación de la ley, de repente, se transformó en un callejón inmoral y quizás, peor aún, en caminos llenos de aberraciones.
O mejor dicho de otro modo, para evitar otear las malas huellas dejadas por la administración del gobierno imperial del expresidente Juan Carlos Varela, una justicia con abanicos de persecución política y llena de injuria, donde aún hoy existen ex funcionarios y empresarios decentes y honestos pisoteados o arruinados.
Aquella fue la época donde quedaron las huellas de un gobernante que de un zarpazo inclino el comercio de Taiwán y jamás meditó sobre el equilibrio de Panamá en el contexto de las relaciones diplomáticas con otras naciones como son Estados Unidos, Canadá, Francia, Japón, Alemania, entre otras.
La República de Panamá hoy necesita de muchas urgencias notorias, tiene que marcar un nuevo camino; trazar la línea de una gobernanza donde se respeten la seguridad jurídica del comercio internacional en base a un fuerte proceso de diplomacia dentro de la organización del Estado, con interacciones a través de las leyes en forma más transparentes, para observar “varios desaciertos en los últimos dos lustros”; entre ellas, como forma de solucionar la situación, reforzar la Cancillería con recursos y personal especializado para elevar el rol de los intereses del país.
No podemos seguir permitiendo el deterioro de los más elevados valores, sumado a un perverso sistema judicial que se ha prestado a la persecución política. Urge un poder social y político con un nuevo lenguaje más estructurado en una comunicación social, a nivel internacional, más organizado; además, urge una conducta, un orden social más aceptables donde el gobernante rinda cuentas con resultados diferentes
De ahí que entonces, aplaudamos el empeño del presidente de la República, José Raúl Mulino, en rescatar el Estado republicano como fórmula de gobierno y necesidad de conservarlo, protegerlo y promoverlo. Pensemos siempre en el porvenir de nuestra nación, pero también quizás tengamos que atrevernos a ser jueces de nosotros mismos.