Benjamín Samudio (Benji), entre el humor y la crítica social
Por Avenabet Mercado / Al Día Panamá
Se hace imposible no pensar en las huellas que dejan las caricaturas del artista Benjamín Samudio (Benji, como lo conocen en el ámbito nacional e internacional). Él, al tocar su lápiz para hacer trazos sobre el papel, siempre establece un punto visual directo en interés de ir dando forma a lo que será su mensaje final.
Cuando se habla de Benji, personaje sencillo y humano, es como reflexionar en el estilo de un caricaturista que explora la rica intersección entre arte, humor y crítica social. No es exageración, él tiene talento porque sabe elegir qué destacar; crea un equilibrio entre risa y reflexión.
En todo el sentido de la palabra, es un artista que sintetiza características distintivas de la sociedad panameña; pero también en otros ámbitos internacional, observamos sus habilidades al describir las crisis políticas de la democracia en Venezuela; también los escenarios del Medio Oriente, en sus críticas no se detiene en bandos políticos sino en aspectos fundamentales de personas, para denunciar además escenas aberrantes, donde los efectos de la guerra golpea directamente a miles de familias y como consecuencia a los niños, quienes no comprenden el paisaje global del dolor humano.
Benjamín Samudio es un periodista de la comunicación social, sin hacer ruido ejerce pleno dominio del mensaje. Este caricaturista ha ganado su espacio, posee premios y certificaciones en Irán, Rumania, entre otras naciones del Medio Oriente, Asia, Europa y América.
Las caricaturas de Benji tienen un estilo sorprendente, de fuerza; en su camino ha demostrado que no teme a los gobiernos cuando se trata de llevar la información con la verdad. Otras veces, sus figuras nos traen los mensajes de un humanismo eficaz, eficiente y perdurable o con cuadros visuales juguetones para jamás olvidar; es sorprendente y realista.
Pero qué decir de los temas políticos, domina el arte del dibujo satírico, en el que deforma las facciones y el aspecto de alguien, son bien interesantes los mensajes . Benji es cruel al pincelar el aspecto de los ejecutivos de cuellos blancos que andan en los caminos ligado al anillo de la corrupción, pero también humaniza sus personajes cuando mantienen relaciones de civismo en el entorno social.
No importa hacia dónde tiene que dirigir el mensaje, ejerce pleno dominio en la forma y no se aparta de ningún ángulo al usar la exageración y la ironía para transmitir sus ideas con profundidad, es interesante observar cómo describe los personajes del Ministerio de Educación (MEDUCA) y sus caminos en busca de una reforma educativa que, pareciera, jamás llega. Allí, Benji reinterpreta la realidad social y puede darle valor con un agudo sentido del humor: las escuelas ranchos.
Cada uno de sus golpes políticos, nos teje un puente entre el arte y la sociedad. Sus figuras forma un mundo donde la información abunda o se vuelve crucial para fomentar el pensamiento crítico y la discusión a través de la risa; pero todo eso es posible por sus habilidades técnicas excepcionales, también porque él demuestra tener profundo sentido por la cultura y las verdaderas raíces tradicionales de Panamá.
En nuestra nación este artista ya marca sus puntos porque figura entre los maestros de la ridiculización, deformación, exageración, burla y la bufonada al hacer sátira en cada una de sus caricaturas. Y en verdad, no es nuestro interés hacer comparaciones; pero es Benji un personaje que con sus trabajos artísticos influye en la Opinión Pública, sirve de catalizador para el cambio político y social, además, ofrece consuelo a quienes se sienten desvalidos. No tolera el abuso porque entre sus manos tiene una gran espada, el lápiz.
No cabe duda, Benjamín Zamudio es excelente comunicador social al instante de facilitar el mensaje; es un dibujante talentoso, un observador agudo de la realidad, utiliza su arte para desafiar, cuestionar y entretener. Posee gran capacidad para capturar la esencia de un momento, situación o personaje, combinada con un enfoque crítico, convierte su caricatura en un medio efectivo para plantear preguntas y reflexiones qué, de otro modo, podrían pasarse por alto.
Tiene él un estilo de sonreír, pero también de criticar. Nos lleva a la Asamblea Nacional, donde existen diputados que desean ejercer dominio en las leyes y que también hay otros, como si fueran auténticos payasos, son los personajes de un circo político que pisotean democracia real, el sistema más transparente de la libertad y la justicia social. En los grandes eventos sociales escucho su nombre:
– “Fíjate quien acaba de llegar”, dice un diputado como estrujando sus dientes con un estilo burlesco y lleno de mediocridad.
– “¡…Ay, no joda! …, pero si es Benji! ”, resalta otros de los personajes saboreando un vino en una forma insaciable.
Muchos critican a Benji, también desean tenerlo cerca por el poder de su pluma cortante igual a la espada. Su humor es un poco agrio, ácido y seco frente al enfrentar la intolerancia y los extremismos políticos.
No importa la forma, estilo o críticas que se hagan de él; sus pasos por la arena política es de premios al ejercer un buen periodismo informativo. Es un defensor del humanismo, pero también un caricaturista cruel, agudo y demoledor. Es capaz de convertir en monstruos desfigurados a los políticos y funcionarios corruptos de Panamá.
De esa manera es Benji, como gusta que lo llamen en un mundo de imágenes, de hipocresía y donde las palabras pueden perderse en el ruido; es él un artista donde su rostro grabado ya es parte en la memoria colectiva de la sociedad panameña porque sus caricaturas nos invita a reír, pensar y, sobre todo, a actuar pensando siempre en el porvenir de la nación.
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