Fallece Jimmy Carter, devolvió a Panamá la soberanía del Canal

 Fallece Jimmy Carter, devolvió a Panamá la soberanía del Canal

Sala de Redacción / Al Día Panamá 

Su llegada a la Casa Blanca sorprendió a su propia familia. Cambió la relación de Washington con América Latina. Y en su país muchos piensan que fue mejor expresidente que presidente. Jimmy Carter, el exmandatario más longevo de Estados Unidos, murió este domingo a los 100 años, confirma información de la BBC News.

La vida de Carter resultó paradójica en varios sentidos.

De ella destacó mucho más allá que sus años como 39º presidente de EE.UU. Fue entre 1977 y 1981, tiempos difíciles de Guerra Fría en los que evitó entrar en conflictos militares ante desafíos internacionales e impulsó un crucial acuerdo de paz en Medio Oriente.

Había llegado al cargo como un hombre sencillo y honesto en un país sacudido por el escándalo Watergate, pero problemas domésticos y una crisis de rehenes en Irán lo debilitaron en solo un mandato: fue el primer presidente de EE.UU. en perder una reelección desde Herbert Hoover en 1933.

Sin embargo, tras ser vencido por Ronald Reagan en 1980, Carter regresó al pueblo en el que había crecido y mantuvo una gran proyección internacional enfocado en temas de derechos humanos, igualdad y protección ambiental, lo que le valió galardones como el Premio Nobel de la Paz en 2002.

Su resiliencia fue llamativa hasta el final, después de superar un cáncer y perder en noviembre de 2023 a su esposa de toda la vida, Rosalynn, quien estaba en cuidados paliativos como él, algo que generó reflexiones sobre este tipo de servicios al final de la vida.

Los blancos del vecindario

James Earl Carter Jr nació en 1924 en Plains, Georgia, el «sur profundo de Estados Unidos», durante una época de férrea segregación racial en la que su familia era la única blanca en un vecindario negro.

«Todos mis vecinos, mis compañeros de juego y mis compañeros de trabajo en el campo eran negros, y así fue hasta los 16 años», contó el expresidente Carter.

Ingresó a la prestigiosa Academia Naval de Annapolis, Maryland, de donde se graduó como alférez y luego fue ascendido a teniente en primer grado. Pero en lugar de seguir en la Marina, dedicó gran parte de su juventud a reconstruir la producción de la granja de maní que había heredado de su padre, la cual era apenas rentable tras el pago de deudas y la división de bienes.

Residió con su esposa Rosalynn y sus tres hijos en una vivienda subsidiada para pobres. Fue un cristiano devoto, «renacido» confeso que dedicaba sus domingos a enseñar la Biblia en su congregación bautista.

Pero era políticamente progresista, en algunos casos hasta un límite para su generación, y se volvió tal vez lo más cercano a un presidente de izquierda que tuviera EE.UU.

Su cara afable, amplia sonrisa espontánea y acento sureño pudieron haber proyectado una imagen de inocencia, pero Carter era hábil en la competencia electoral.

En la década de 1970, asumió en su campaña para gobernador de Georgia una postura conservadora frente a la segregación porque sabía que de otra manera sería difícil que lo eligieran.

Sin embargo, ya en la gobernación se declaró a favor de los derechos civiles e implementó medidas en contra de la segregación racial.

Un desconocido en la Casa Blanca

Desde la plataforma del gobierno de Georgia, Carter decidió buscar la nominación del Partido Demócrata a la presidencia de EE.UU., un movimiento que pocos esperaban incluso entre su familia.

«Cuando le dije a mi madre que me lanzaría a la presidencia, ella me preguntó: ‘¿Presidencia de qué?'», reveló en una entrevista al diario británico The Guardian.

De hecho, nadie creía que este desconocido, un extraño en el politizado ambiente de Washington, podría llegar muy lejos. «Cuando se dieron cuenta, ya habían perdido», declaró Carter. entrevista con NPR, la radio pública de EE.UU. en 2011.

Tras una muy estrecha victoria, el entonces mandatario pudo dar inicio al desarrollo de una nueva relación con sus vecinos continentales.

«Fue un momento coyuntural en las relaciones entre EE.UU. y América Latina», señaló Hakim. «Demostró que Washington tomaba en serio los temas de soberanía e independencia y que los países podían tomar sus propias decisiones».

Por otro lado, al promover la importancia de los derechos humanos en los asuntos exteriores, Carter logró un cambio sustancial en la relación de EE.UU. con América Latina.

Desde su campaña electoral criticó a la administración republicana que le precedió por contribuir al derrocamiento del presidente socialista democráticamente electo en Chile, Salvador Allende, en 1973 y ayudar a establecer una dictadura militar en ese país.

Ya con Carter en el gobierno, EE.UU. recortó la ayuda militar en el hemisferio y supeditó el financiamiento a avances en derechos humanos, lo que según expertos fue importante para que regímenes dictatoriales de Sudamérica disminuyeran sus abusos y comenzaran a debilitarse.

Carter también intentó extender su política de vecino colaborador hacia Cuba, luego de un largo embargo económico y episodios de hostilidad en plena Guerra Fría. Según Hakim, casi logra una normalización de las relaciones.

Sin embargo, el envío de tropas cubanas a Etiopía y otros países africanos que atravesaban guerras civiles y revoluciones hizo que Washington pusiera freno a esa posibilidad.

Aun así, el presidente estableció la Sección de Intereses de EE.UU. en La Habana, donde hubo presencia de diplomáticos estadounidenses en Cuba hasta la reapertura de una embajada en la isla en 2016.

Entrega del Canal de Panamá

En el ámbito de las relaciones exteriores, firmó un tratado de reducción de armas nucleares con la entonces Unión Soviética, logró la paz entre Israel y Egipto con el acuerdo de Camp David y devolvió el Canal de Panamá a ese país centroamericano.

«La única otra iniciativa de EE.UU. en América Latina que se compara en magnitud con el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba (que impulsó Obama) fue la devolución del canal a la soberanía de Panamá», expresó a BBC Mundo Peter Hakim, presidente emérito y analista del centro Diálogo Interamericano, en Washington, del que Carter era miembro y asesor.

El control del canal por parte de EE.UU., más la zona que lo enmarcaba y que era considerada territorio estadounidense dentro de un país soberano, era una de las fuentes más profundas de irritación de la región contra Washington.

La iniciativa de Carter para lograr la firma de los Tratados del Canal de Panamá fue muy peleada en el Congreso, donde necesitaba dos tercios del voto.

Paz y crisis

Tras una muy estrecha victoria, el entonces mandatario pudo dar inicio al desarrollo de una nueva relación con sus vecinos continentales.

«Fue un momento coyuntural en las relaciones entre EE.UU. y América Latina», señaló Hakim. «Demostró que Washington tomaba en serio los temas de soberanía e independencia y que los países podían tomar sus propias decisiones».

Por otro lado, al promover la importancia de los derechos humanos en los asuntos exteriores, Carter logró un cambio sustancial en la relación de EE.UU. con América Latina.

Desde su campaña electoral criticó a la administración republicana que le precedió por contribuir al derrocamiento del presidente socialista democráticamente electo en Chile, Salvador Allende, en 1973 y ayudar a establecer una dictadura militar en ese país.

Ya con Carter en el gobierno, EE.UU. recortó la ayuda militar en el hemisferio y supeditó el financiamiento a avances en derechos humanos, lo que según expertos fue importante para que regímenes dictatoriales de Sudamérica disminuyeran sus abusos y comenzaran a debilitarse.

Carter también intentó extender su política de vecino colaborador hacia Cuba, luego de un largo embargo económico y episodios de hostilidad en plena Guerra Fría.

Según Hakim, casi logra una normalización de las relaciones.

Sin embargo, el envío de tropas cubanas a Etiopía y otros países africanos que atravesaban guerras civiles y revoluciones hizo que Washington pusiera freno a esa posibilidad.

Aun así, el presidente estableció la Sección de Intereses de EE.UU. en La Habana, donde hubo presencia de diplomáticos estadounidenses en Cuba hasta la reapertura de una embajada en la isla en 2016.

 

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