Trump y el instinto primate
La bitácora
Ebrahim Asvat
No hay nada para explicar en referencia al presidente electo de los Estados Unidos. La razón ha muerto. Las reglas no determinan la conducta de los Estados. Hace unos años, un embajador del mismo país en un desayuno trajo a colación Atenas y la Liga de Delos, una alianza de ciudades-estados griegos para defenderse de la agresión persa. Una de las islas griegas que se declaró neutral (Milos) se rehusaba a pagar tributos a Atenas durante de la Guerra del Peloponeso. La ciudad fue asediada, los hombres ejecutados y las mujeres y niños vendidos como esclavos.
Tucídides recoge la suerte de Milos en el célebre Diálogo de los Melios. Para Atenas, el poder pasaba ante la justicia. Una encarnación brutal del poder frente a las reglas y acuerdos entre ciudades. El Diálogo de Melios en la obra de Tucídides “La Guerra del Peloponeso” es un clásico ejemplo del choque entre las ideas liberales y las realistas sobre las relaciones internacionales. Inclusive se parafrasea en discusiones de carácter realista y este embajador, pues, manifestaba de esta forma la necesidad u obligación de Panamá de vivir bajo la influencia o las directrices de su país. Y, eufemísticamente, nosotros, en nuestro patio local, lo denominamos “socio estratégico”.
Las declaraciones del presidente electo, Donald Trump, son propias de nuestra ascendencia primate. La evolución por selección natural de Charles Darwin afirma categóricamente nuestro origen en los primates. Nada, pues, se interpone a la posibilidad de que nuestras acciones y conductas mimeticen a pesar de nuestro desarrollo mental a viejas conductas primordiales
Ahora veamos la conducta natural de los chimpancés. Cada cierto tiempo los chimpancés machos estallan en alaridos, se golpean los pechos, saltan y brincan en dos patas, se le erizan los pelos como una forma de actuación teatral para demostrar su propia valía y la capacidad para enfrascarse en una contienda frente a otros chimpancés machos. Esta exhibición nos tocó a Canadá, México, Groenlandia (territorio danés) y Panamá. Un simulacro, una manifestación histriónica teatral cuyo objetivo es la subordinación. Algo que, a mi parecer, mordió el anzuelo el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, para luego ser insultado como gobernador del Estado número 51 de los Estados Unidos.
Pero esta excesiva emocionalidad y búsqueda de atención no está dirigida a quienes pretende doblegar. Los alaridos y la actuación dramática del presidente Trump van dirigidos a China y para ello tiene un auditorio tan desilusionado de la clase política que lo percibe como un macho alfa. Como el chimpancé macho alfa, capaz de librar un combate, aunque en su interior lo que busca es la negociación o una reconciliación con su verdadero contrincante.
Los países pequeños como Panamá debemos ser muy cuidadosos frente a estos alaridos que los primatólogos denominan exhibición de fuerza. ¿Cómo vamos a desviar, desarmar, obviar, girar la ira teatral hacia otros destinatarios? Bueno, para ello nuestra política exterior y nuestros dirigentes deberán aprender a elaborar estrategias. Vivimos tiempos interesantes, tal como lo dice un proverbio chino. Nos llega en el peor momento, pero estoy seguro de que esta crisis será una gran oportunidad. Trump is wagging the dog to keep you from discovering the truth behind the fear of losing the world hegemony. Mis mejores deseos al pueblo panameño y al pueblo estadounidense para el 2025 .