El trasfondo de la actual crisis política, y la urgente necesidad del diálogo

 El trasfondo de la actual crisis política, y la urgente necesidad del diálogo

Por. Jorge Zúñiga Sánchez

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Los incautos esperaban que el 01 de julio empezara  “la lluvia de chenchen” prometida en campaña; muy por el contario,  sus primeras declaraciones públicas evidenciaban que pronto se desataría en el país una tormenta de problemas, con su consecuente inestabilidad política.

El tono  desafiante en sus simpatía por la reapertura “mina”,  y el rechazo que recibía el proyecto de reforma a la CSS presentado, lanzarían a la calle docentes, sindicalista, comunidades indígenas, y estudiantes universitarios, reclamando correctivos.  Como si esto fuera poco, los  “sorpresivos”  Acuerdos suscritos bajo presión de  EUA,  que al legitimar las tropas gringas en suelo panameño,  encendería el adormecido nacionalismo panameño.

Abogado Jorge Súñigas Sánchez.

Con esto, el gobierno de Mulino se desnuda y adquiere ante los ciudadanos un marcado sello antipopular, antipatriótico y antinacional, traducido en el acelerado descenso en las simpatías ciudadanas ya evidenciado.

Llevamos soportando meses de manifestaciones, tranques de calles, paros laborales, al que  responde la policía con perdigones, encarcelamientos, heridos y enjuiciados, quedando la sociedad panameña en un verdadero “callejón sin salida”.

Inicialmente hicimos propia la opinión generalizada, que ponía en dudas las capacidades políticas para manejar tensiones sociales del Presidente, de su equipo de asesores, y su gabinete ministerial.  Hoy pensamos que subestimamos al Presidente Mulino,  pues no hay nada improvisado en lo que se viene cocinando desde el “Palacio de las Garzas”.

No se entiende que el Presidente Mulino no dé  muestra de atender al  clamor ciudadano, y en cambio insiste en las bondades de las reformas a  ley de la CSS, y  ordena arreciar la represión policial a los disconformes en regiones apartadas  del país.

De esa actitud puede deducirse, que tampoco seremos deliberantes para abordar temas sensitivos como la salud y la educación pública, de los que se espera que aceptemos resignados el ofrecimiento presidencial.

¿Qué será lo que habría  llevado a Mulino a tal radicalización? La posición oficial no responde a  improvisaciones, sino que está ajustada a un plan preconcebido, que tiene como objetivo   ponerle fin al  largo proceso de transición democrática iniciada con la invasión de 1989, y revertirnos a la situación de injusticia social imperante en el país antes de 1968.

Las muestras de malestar social que se han vivido en todos los  anteriores, son la reacción ciudadana al  desinterés estatal de atender con la debida prioridad y urgencia, las necesidades  sociales. Aunque también fueron reprimidas, al final se recurrió a “las conversas” para resolver esos sensitivos conflictos. Y a pesar de eso,  ¿por qué el gobierno de Mulino se niega a propiciar esa opción?

Para comenzar, al Presidente Mulino lo que menos le preocupa es que con sus acciones se le cierre  toda posibilidad electoral a la “alianza oficialista” en las elecciones del 2029.  Como falta mucho todavía para las elecciones, le interesa afirmar más el predominio de los intereses de la élite empresarial dentro de su gobierno. 

Por eso es que mientras la “línea dura” del  Presidente Mulino siga recibiendo resistencia en las calles, la posición oficial seguirá fortalecida. ¿Por qué? Resulta muy sospechoso que ni siquiera los simpatizantes de RMB y CD  hayan salido públicamente  a brindarle  apoyo al Presidente Mulino, porque con todo en su contra, su gobierno sobrevive gracias a la “lealtad a conveniencia” de  ciertos  grupos empresariales.

Por otro lado, el movimiento social y ciudadano sigue ganando simpatías día a día en las calles,  pero a falta de líderes, dirigentes, o  un movimiento político orientador, las figuras  que emerjan terminarán cotizados como fuertes candidatos, tal como ocurrió en el pasado con “la minera”.

¿Por qué hoy es imperativo el diálogo? Por supuesto que la presión ciudadana podría  “tumbar a Mulino”, pero sería preocupante  “atizar este fogón”, llegar a ese extremo, porque los  problemas y los indignados, pasarían a un segundo plano, pues las “propuesta democratizante” que se ensayara como respuesta,  no tomara en cuenta al movimiento social y ciudadano militante.

Si la situación se tensiona más, las salidas predecibles serían “de terror”: la suspensión de las Garantías Constitucionales, un Golpe de Estado o una nueva invasión de EUA. Y como los partidos políticos “vigentes” son figuras decorativas, sólo servirían para “llevar en andas” a las futuras figuras empresariales que se enfrentarían en unas venideras elecciones.

En resumen, el final de la “transición democrática” que Mulino pretende imponer por medio de la fuerza y el  terror,  significa ni más ni menos, olvidarnos de las conquistas sociales,  que por décadas brindaron la oportunidad a los sectores populares de acceder a  una mejor calidad de vida.

Por otra lado, el llamado al diálogo debilita el discurso  del Presidente Mulino, pues de forma pacífica se le obliga a  retomar los canales democráticos. Los  manifestantes, deben entender que clamar por el diálogo no se claudica la causa: por el contrario, se le complica el abordaje expedito al poder, de esos sectores económicos antinacionales y antipopulares cercanos al Presidente Mulino.

Dentro de la lógica del pensamiento oficial,  encuentra sentido la salida victoriosa  de RMB, y el consecuente silencio que mantiene y seguirá manteniendo desde las cercanas tierras colombianas. Por todo lo que hay en juego, es momento de reflexionar y  poner al DIÁLOGO como  la nueva consigna de lucha. La comunidad en general  aplaudiría esta decisión, pues reconocería la madurez, y  que  no se cedió ante el  temor a la represión policíaca.

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* Más sobre el Abogado Jorge Zúñigas Sánchez, analista politico y escritor.

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