Vivir con la Pandemia

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Vivir con la Pandemia

La Bitácora

Por Ebrahim Asvat

Es hora que nos vayamos acostumbrando. La Pandemia llego para quedarse en lo que resta del año 2020. No hay luz después del túnel para aquellos esperando una respuesta positiva en pocas semanas. Aquí cada quien terminará viendo lo que hace. Algunos con ingresos resistirán la crisis económica.  

Otros dependerán de la solidaridad humana para sobrevivir junto a su familia. Hay países donde el Estado ha tenido la posibilidad de sostener una red económica de asistencia.  Generalmente han sido los países que practican el modelo económico del Estado de Bienestar.

Una mezcla entre capitalismo, democracia y bienestar social. El Estado provee servicios en cumplimiento de los derechos sociales a la totalidad de la población del país. Bajo este modelo nadie queda desamparado fuera o dentro de una crisis económica.     

En nuestra realidad el desamparo es además político porque ni siquiera tenemos una clase política con una actitud y un esfuerzo para comprender la necesidad de promover esperanza, demostrar comprensión, empeño en accionar directamente con la gente para decir: “Nos importas”. Y si bien entendemos nuestra realidad de país en desarrollo y con pocos recursos para cumplir con los derechos sociales de la totalidad de la población no hay un esfuerzo de sacrificio, de empatía, de compresión.   

Es como si cada quien deba velar como se resuelve, sin entender que las necesidades de la población están segmentadas. El pudiente puede irse a la playa o su casa de campo y pasar su cuarentena como en uno de esos cuentos de Canterbury, pero como sobrevive el hombre de a pie que depende de su salario quincenal para cubrir sus necesidades básicas.   Ese viviendo bajo terror al Covid-19 y a la vez bajo la angustia de la cesación de su sustento de vida.    

Es una situación muy difícil. Según los últimos números del Ministerio de Trabajo (Mitradel)  hay 270,000 trabajadores a la cual se le ha cesado su contrato de trabajo. Estos son de las empresas registradas y con una relación laboral documentada.  Le debemos sumar los empresarios que no mantienen legalizada las relaciones laborales con sus trabajadores, los eventuales, los micro empresarios, los independientes y profesionales, los trabajadores del día a día.  Si la economía informal parte tolerada de la economía subterránea es sumada a estos números registrados tendríamos una verdadera radiografía de la dimensión del problema social que confrontamos.      

 No podemos esperar sostener una cuarentena sin una red económica de asistencia efectiva.  Muchos pensaran que no hay precio por pagar por el número de muertes por la pandemia y la cuarentena es el mecanismo idóneo para salvar vidas. Necesitamos hacernos una reflexión como país. La cuarentena no ha ayudado mucho a limitar el número de contagios y muertes.    

Panamá fue el país con la cuarentena más estricta y descansó en ella sin un programa de trazabilidad de los contagiados. Hoy se mantiene la cuarentena en principios y se desarrolla un plan de trazabilidad.  Los números se han acentuados y se responsabiliza de los mismos a la apertura de los bloques 1 y 2.   

Nadie ha cuestionado que apenas 27,000 cesados han regresado a sus puestos de trabajo luego de la apertura del bloque 1 y 2 lo que sería difícil responsabilizar a la apertura limitada la triplicación de contagios y defunciones. Mientras el Estado no reconozca sus errores, no haga los correctivos necesarios y no genere mayor empatía con la población cierro este escrito con mis primeras palabras.  Es mejor que nos vayamos acostumbrando.

aldiapanama