Homilía de Monseñor Ulloa Mendieta en la fiesta del Corpus Christi
Homilía Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo
Parroquia San Francisco de Asís Casco Antiguo, 6 de junio 2021
Mons. José Domingo Ulloa Mendieta osa :
La Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo nos ofrece cada año la oportunidad de conocer mejor la riqueza del sacramento de la Eucaristía, valorar con mayor profundidad el amor de Cristo, que se nos ofrece en este sacrificio, de adorar más resueltamente la presencia de Cristo Dios entre nosotros y de esperar con mayor confianza la plenitud que esperamos en la Vida Eterna.
Les contaré una historia que puede ayudarnos a dimensionar el don de la Eucaristía:
Era un muchacho que siempre llegaba tarde a casa cuando salía de la escuela. No había consejos ni reprimendas que pudieran cambiar su actitud. El papá un día decidió tomar una medida extrema. Le llamó al orden y le dijo:
– “La próxima vez que llegues tarde, cenarás pan y agua. ¿Está claro?”.
El hijo lo entendió perfectamente. Pero pocos días después el muchacho llegó a casa más tarde que nunca. Sus padres no le dijeron nada. Cuando se sentaron a cenar vio que los platos de sus padres estaban llenos y en el suyo había solo un trocito de pan y un vaso de agua. Miró el pan y luego al agua. El padre esperó un rato para que el hijo interiorizara el castigo. Luego, el padre cambió su plato por el del hijo, y se pusieron a cenar.
Años más tarde, ese mismo muchacho recordaba aquel episodio de su vida:
– “De mi padre aprendí aquella noche cómo es Dios”. (Félix Jiménez, escolapio). Jesús, cada día nos quita el plato vacío y nos pone delante un plato rebosante de Él mismo, de amor y perdón, y nos dice: “Tomen y coman, esto es mi cuerpo”. Él se ofrece a sí mismo para que tengamos vida.
Así debemos hacer también nosotros. Compartir el plato lleno con amor y perdón de Dios, que Jesucristo quiere poner en frente de hermanos y hermanas que nunca verán otro plato.
El Corpus no es sólo fiesta de recuerdos, es sobre todo fiesta de PRESENCIA REAL. Antes de morir, Jesús nos hizo entrega de su Cuerpo, de su presencia no meramente simbólica, sino “real”, “verdadera” y “substancial” en la Eucaristía. Pero no se nos puede olvidar hay otras presencias de Cristo, en la comunidad, en la Palabra de Dios, en los pobres.
El Cuerpo de Cristo en el sacramento de la Eucaristía es el signo viviente y primordial de la presencia del Señor entre nosotros y sólo alimentados por esta presencia podemos reconocerle y servirle en las demás presencias.
¿Vivo desde esta presencia? ¿Cuento con ella, es el fundamento de mis trabajos de mis compromisos? El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.( Jn 6,54) Quien me come vivirá por mi (Jn 6,57) sin la unión con Cristo Eucaristía tenemos los días contados.
Arrodillarse en adoración ante el Señor
Hermanos y hermanas: La Eucaristía es el sacramento del Dios que no nos deja solos en el camino, sino que se pone a nuestro lado y nos orienta hacia la dirección correcta. De hecho, ¡no es suficiente avanzar, es necesario ver hacia dónde se va! No basta el “progreso”, sino no hay criterios de referencia. Y Cristo es la referencia de vida para todo cristiano.
Conscientes de lo que significa la Eucaristía, jamás olvidemos un elemento constitutivo del Corpus Christi: Arrodillarse en adoración ante el Santísimo Sacramento, frente al Señor. Arrodillarse ante la Eucaristía se hace en libertad. Quien se inclina ante Jesús no puede y no debe postrarse ante ningún poder terreno, por más fuerte que sea. Nosotros, los cristianos, sólo nos arrodillamos ante el Santísimo Sacramento, porque en Él sabemos y creemos que está presente el único Dios verdadero, que ha creado el mundo y lo ha amado hasta el punto de entregar a su unigénito Hijo (Cf. Juan 3, 16). Reavivemos nuestra fe y nuestro amor a la Eucaristía, extraordinario banquete celestial, y dejemos que la vida de Dios en Cristo Jesús irrumpa en nuestras vidas y éstas se transformen en Cristo.
Mes de junio, mes de la familia
Como todo lo bueno, ya no tenemos una semana de la Familia sino todo un mes, que nos permite profundizar en la célula fundamental de la sociedad y de la Iglesia. Somos testigos cada día de las constantes persecuciones y críticas que sufre la estructura familiar. Por ello, ¡qué bueno es hacer memoria de cómo ha evolucionado esta celebración hasta llegar a tener un mes de la Familia!
Sus inicios se remontan a 1977, cuando en Panamá se declaró el Año de la Familia por iniciativa del Movimiento Familiar Cristiano. Además de abrazar esta iniciativa, Monseñor Marcos G. McGrath propuso al Ministro de Gobierno y Justicia, licenciado Jorge Castro, la idea de institucionalizar la celebración de una Semana de la Familia a nivel nacional, con la finalidad de promover los valores familiares, morales y cívicos, para llevar a la familia hacia una plenitud de vida humana y cristiana.
Ahora más que nunca, es necesario que la familia no sólo descubra su identidad, sino también su misión; es decir, lo que puede y debe hacer dentro de la Iglesia y en la sociedad. Sin la familia, la Iglesia y la sociedad desaparecen. Sin ella, el hombre queda huérfano en un mundo de intereses egoístas, sometido a la lógica de la manipulación. ¿No será ésta la razón última del desprecio que algunos manifiestan hacia la familia y la causa de los múltiples atentados a los que se ve sometida en nuestra sociedad?
La familia es escuela de humanidad, escuela que enseña a poner el corazón en las necesidades de los otros, a estar atento a la vida de los demás. Sabiamente el Papa Francisco nos dice: No existe familia perfecta. No tenemos padres perfectos, no somos perfectos, no nos casamos con una persona perfecta ni tenemos hijos perfectos, e incluso con broma dice…no hay suegra perfecta.
Reafirmemos en este mes y en este Año de la Familia declarado por el Papa Francisco, que: sin familia, sin el calor de hogar, la vida se vuelve vacía, comienzan a faltar las redes que nos sostienen en la adversidad, las redes que nos alimentan en la cotidianidad y motivan la lucha para la prosperidad. La familia nos salva de dos fenómenos actuales: la fragmentación (la división) y la masificación.
Hagámoslo –sin miedo– luchemos para promover la familia con nuestro testimonio, intentemos entregarnos del todo a aquellos que nos han sido dados como parte de nuestra existencia familiar.
Que redescubramos el don de la familia para así valorarla y defenderla mucho más, sabiendo que es la empresa más importante que tenemos que realizar en nuestro paso por el mundo, y que hay que sacarla adelante con mucha más energía que a todos los otros proyectos que nos puedan aparecer, porque al final de la vida, solo queda la familia, y a nadie más le importamos que a los nuestros.
Familia: ¡Sé lo que tienes que ser! ¡Lucha y trabaja por ello! Profundicemos en nuestras comunidades, grupos e instituciones esta temática tan vital para cada uno; ya que todos, de una y otra forma, estamos ligados a una familia. Y si alguien careciera de ella, más todavía sentirá su valor.
Al iniciar este mes quiero dar gracias a Dios por cada una de las familias y por el bien insustituible que aportan a nuestra Arquidiócesis y a toda la sociedad.
Recordemos y repitamos durante todo este mes: Tener un lugar a donde ir, se llama hogar. Tener personas a quien amar, se llama familia, y tener ambas se llama Bendición. Papa Francisco.
Los 50 años de la primera Cita Eucarística
El próximo domingo 13 de junio estaremos celebrando los 50 años del inicio de la Cita Eucarística, evento eclesial que durante 23 años fue presidida por su gestor -el muy querido Mons. Marcos Gregorio McGrath; y fortalecida durante 16 años por Mons. José Dimas Cedeño Delgado y 11 años por este servidor.
Deseo expresar mi agradecimiento a todos ustedes, clero, vida consagrada, pueblo de Dios que con entusiasmo y fe ha participado consecutivamente en estos 50 años. Gracias a las distintas personas y entidades gubernamentales y sociales que año tras año, garantizan la realización de esta Cita Eucarística.
Esta celebración entorno al Cuerpo y Sangre de Cristo, es un momento cumbre de nuestro calendario religioso. Cada Cita Eucarística se ha relacionado con el quehacer de la Iglesia y la sociedad; sus lemas se han convertido en mensajes y orientaciones que animan al Pueblo de Dios, en un momento de la historia.
Este año por la pandemia la Cita Eucarística la estaremos celebrando en el mes de agosto en las diversas las Zonas Episcopales de la Arquidiócesis de Panamá.
Los 50 años de la desaparición de Héctor Gallego
A 50 años de la desaparición del P. Héctor Gallego es importante seguir reflexionado sobre lo que significa él en la vida de la Iglesia en Panamá, y en la historia de este país.
Héctor Gallego permanece en la memoria de los panameños. Era un sacerdote colombiano, al servicio de la Iglesia en la Provincia de Veraguas, Diócesis de Santiago. De seminarista vino a Panamá, invitado por el entonces Obispo de Santiago, Mons. Marcos G. McGrath. Luego al hacerse cargo de la Diócesis de Santiago el querido obispo Mons. Martín Legarra, el Padre Héctor Gallego, ya ordenado sacerdote, fue asignado a la Parroquia de Santa Fe, en la que reemplazó al Vicario General de la Diócesis, Mons. Alejandro Vásquez Pinto, con el cual aprendió y vivió las realidades del acontecer rural panameño.
4Héctor fue en todo momento un sacerdote evangelizador, misionero, fiel a la Iglesia y su doctrina; comprometido con los campesinos, sobre todo con los más pobres, porque él también era ya campesino y nunca había renunciado a su condición de morador de las veredas, trasladado a la serranía veragüense.
Héctor Gallego vivió y predicó el Evangelio, misión renovada por los aires del Concilio Vaticano II, que nos llama a descubrir que la realidad religiosa ilumina la condición humana. No se puede proclamar la dignidad de los hijos de Dios, y al mismo tiempo, pactar con condiciones inhumanas de existencia.
El Evangelio llevó a Héctor al compromiso con la justicia social. A identificarse con los campesinos más pobres de la región. A comprometerse con sus siembras, y con sus linderos; con los precios, y con el canje de productos: con el mercadeo, y con la organización campesina y con la Cooperativa, que da dignidad, y da capacidad económica a los marginados. Los hijos de Dios no tienen por qué vivir como pordioseros y menos ser esclavizados.
Este compromiso sacerdotal molestó a cierta gente en Veraguas, porque resultaban perjudicadas por la nueva actitud del campesinado en Santa Fe, por eso los poderosos hacen ataques al P. Héctor. Lo mismo le sucedió a Mons. Alejandro Vásquez Pinto, quien fue amenazado y agredido.
A Héctor le quemaron el rancho, y pensaron encontrarlo muerto; pero despertó a tiempo y escapó, salvando la vida.
Sin embargo, el 9 de junio unidades de la entonces Guardia Nacional lo agarraron en Santa Fe, y no se ha vuelto a saber de él. Lo desaparecieron. Y desde entonces la Iglesia no ha cesado en su búsqueda y reclamar a las autoridades la verdad sobre lo sucedido a Héctor.
¿Qué significa Héctor Gallego para Panamá?
Indudablemente es un ejemplo de compromiso con el pobre, la opción preferencial de la Iglesia. Héctor Gallego entra así a formar parte de los “testigos” de la Iglesia, de compromiso evangélico por la justicia social. Fue un sacerdote, evangelizador, un martir por hacer vida los grandes postulados de una Iglesia que acompaña a los necesitados hasta dar la vida por sus amigos, como lo hizo Jesús.
Para la historia panameña, Héctor Gallego tiene también un hondo sentido. Es el más ilustre de los “desaparecidos”. Su nombre sigue significando grito de angustia y de clamor de justicia. Su nombre seguirá siendo aguijón que remuerde las conciencias, mientras no se le haga justicia.
Héctor Gallego simboliza la entrega generosa de una familia que le inculcó sólidos y profundos valores cristianos. Se desprendieron de su hijo para que sirviera a la Iglesia como sacerdote y luego le dieron su bendición cuando salió para Panamá. Asumieron tenerlo lejos, pero jamás que lo perderían para siempre.
Aquel 9 de junio de 1971, comenzó el Vía Crucis de los padres de Héctor que nunca renegaron de Dios, ni culparon al pueblo panameño por la desaparición y el secuestro de su hijo. Al comiendo suplicaban que Héctor estuviera vivo, y luego solo suplicaban para recuperar su cuerpo para darle cristiana sepultura. Se fueron con ese dolor al acudir al llamado Señor.
La Iglesia en Panamá, no permitirá que el ejemplo de Héctor se pierda en el olvido. Y quienes están relacionados con su desaparición, no podrán vivir tranquilos, mientras siga en el misterio su muerte. Aún pueden decir la verdad sobre lo que sucedió y dónde están los restos de Héctor.
Declarar un Día de la Reconciliación.
Tenemos la esperanza que en estos 50 años de la desaparición de Héctor podamos hacerle a él y a todos los desaparecidos el más grande homenaje: Establecer el Día de la Reconciliación, donde todos los familiares de los desparecidos –en la dictadura, en la invasión y en democracia– podamos deponer nuestro dolor e iniciar un proceso de sanación para la construcción de una nación más humana, fraterna y solidaria, donde prevalezca el bien común y la justicia social.
Inicio Campaña Diocesana de Solidaridad “Iglesia eres Tú”
En el marco de la festividad de San Antonio de Padua, el próximo domingo 13 de junio, realizaremos el lanzamiento oficial de la Campaña Arquidiocesana Iglesia eres Tú, animando el espíritu de corresponsabilidad de los bautizados en el sostenimiento de las obras de la Iglesia.
Para este tendremos dos principales formas para la recaudación:
– La Recaudación Convencional, con los Sobres de Corresponsabilidad (que sustituyen de momento a la tradicional alcancía) para permitir a las personas realizar donaciones puntuales con dinero en efectivo de manera fácil y segura. Se iniciará con la entrega de los sobres el mismo 13 de junio y cerrará el 18 de julio con la recolecta de los donativos.
– La Recaudación Digital, a través de la página www.iglesiaerestu.org que permitirá a las personas con tarjeta de crédito y acceso a internet, realizar donaciones puntuales y recurrentes de manera cómoda y segura. Estará disponible las 24 horas del día, durante todo el año, sin importar el lugar donde se encuentre la persona.
Para la Iglesia Católica, la bioseguridad en medio de la pandemia es muy importante pero también en materia de minimizar los riesgos para quienes desean apoyar económicamente las obras eclesiales, usando la plataforma digital.
Les animamos en medio de la situación que vivimos hacer posible el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, con su donación. No olvides cristiano, ¡la Iglesia eres Tú!
Día Mundial del medio Ambiente
Este 5 de junio al celebrar el Día Mundial de Medio Ambiente, diversas entidades católicas han manifestado en comunicado su preocupación frente a algunas acciones que amenazan con convertir a Panamá en un “país minero”.
Ya nos ha dicho el Papa: “las exportaciones de algunas materias primas para satisfacer los mercados en el Norte industrializado han producido daños locales, como la contaminación con mercurio en la minería del oro o con dióxido de azufre en la del cobre”. Estamos envenenando la Casa común y ante esto la Iglesia no puede quedarse en silencio.
Por eso, nos parece justo atender lo que plantean los grupos católicos al respecto: el abrir un espacio de amplio y auténtico diálogo que involucre a todos los actores y no descarte una moratoria minera total como resultado del proceso; que el Ministerio de Comercio e Industria suspenda la nueva concesión de 25 mil hectáreas hasta que el proceso anteriormente mencionado llegue a su término (Resolución no. 89 de 12 de mayo de 2021) y que el gobierno cumpla efectivamente con el vigente Acuerdo Escazú con respecto a los procesos para una verdadera participación en la toma de decisiones de las comunidades afectadas.
Atender el clamor de las comunidades y nuestros movimientos pastorales. Hoy más que nunca debemos estar unidos para cuidar nuestra Casa Común, es la única herencia que podemos dejar a nuestros hijos un país donde cada uno de los ciudadanos protejamos nuestra tierra, agua y los bosques. Que sea la ética del cuidado que guíe la política de nuestro país.
† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.
ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ