El Escorpión
SECTOR PÚBLICO DEVORADOR
Continúa reflejándose el apetito insaciable de la burocracia gubernamental en los informes financieros de la gestión pública. Ahora nos dicen que en la primera mitad de este año los gastos de la administración superaron en 1,920 millones a los ingresos, la mayoría de ellos consumidos por la parte operativa del llamado sector no financiero del estado. Entendemos que el gobierno no quiera reducirlos por considerar que la economía pudiera desacelerarse y caer en recesión aguda, pero hacia allá iremos inexorablemente si no se ejecuta la prometida política de contención del gasto público. No debemos ni podemos seguir financiando el déficit fiscal con préstamos, porque la deuda se ubicará en un nivel que nos hipotecará por mucha décadas con las consiguientes consecuencias que todos tememos y advertimos en el horizonte. Entonces sí: ni leche condensada ni ninguna otra gota del lácteo elemento manará de la ubre de la res pública.
MEDICINA AMARGA
Y pitaron los dueños de farmacias pequeñas porque los acuerdos del gobierno con los cerradores de calle los obligarán a chuparse el capital de sus negocios y los empujarán a una inminente quiebra. Eso pasa por tomar decisiones sin la participación de otros actores que se ven afectados por el enfoque populista del gobierno y de los que decidieron trancar el país por medio de la fuerza. Lo venimos diciendo, nada bueno saldrá de un supuesto diálogo que margina al sector productivo, porque no se puede tomar decisiones que afecten a los excluidos de la mesa penonomeña por el solo hecho de que no cerraron calles. Se requiere un diálogo más amplio sobre el tema de las medicinas, que debe partir con el abastecimiento inmediato de los medicamentos en el Seguro Social y el resto del sistema que maneja el ministerio de salud, porque de lo que se trata en este momento es de garantizar el acceso a ellos a la población que no puede pagar sus altos precios.
LA CIUDAD DE LOS 503 AÑOS
La noble y leal Ciudad de Panamá cumple este lunes 503 años de fundación que pasan casi sin pena ni gloria por los avatares que vivimos en estos días de tensiones sociales. Su medio milenio de historia nos muestra una ciudad que en parte ha crecido apuntalada por el desorden urbanístico en el último medio siglo, por la basura que abunda en sus calles, por la escasez de espacios públicos abiertos, por el caos de su tránsito vehicular y por el alejamiento del bienestar cultural de sus ciudadanos y de su vocación marítima. Aún así es nuestra ciudad y deseamos para ella el progreso que la eleve más allá de sus rascacielos y de todo aquello que le impide recuperar la condición de noble y leal que un día sirvió para otorgarle el título de ciudad.
CORRUPCIÓN ENGAVETADA
Al menos seis proyectos de ley relacionados con el control de la corrupción duermen el sueño eterno en la Asamblea Nacional y otro quedó empantanado en el segundo debate. Así no se puede. A los diputados que controlan el órgano legislativo les sabe a chayote el tema y, aparte de sus promesas, poco o nada hacen por darle curso a los proyectos de ley que tienen como propósito combatir la corrupción. Con esa actitud demuestran que las ratas no pueden cuidar el queso y que entre bueyes no hay cornadas. Caimán no come caimán, señores, y las esperanzas de que esta asamblea prohíje y apruebe al menos una ley que ayude a combatir la corrupción de manera eficaz se esfuman en la bruma legislativa. Al parecer no les basta con la palera que algunos «fijos» recibieron en las pasadas elecciones, que ahora están pidiendo a gritos la arrastrada que se vislumbra para las elecciones de 2024.