La Caja y sus pensionados

 La Caja y sus pensionados

Alrededor del mundo se suceden protestas por el problema de las pensiones. Panamá no escapa a esta realidad y debe tomar medidas urgentes sobre este tema.

El tema del pago de las pensiones por parte de la Caja de Seguro Social está pendiente desde hace 18 años sin que ninguna de las administraciones haya tomado una determinación al respecto.

por Luis Alberto Díaz

Uno de los puntales de la seguridad social es el reconocimiento de una pensión por invalidez o vejez para la población trabajadora que cotiza al sistema de seguro social para tal fin. En la mayoría de los casos esa pensión dependerá al menos de dos factores: el porcentaje del salario que se haya cotizado y la cantidad de años en los que han sido hechas las aportaciones correspondientes.

Durante toda la existencia de la Caja de Seguro Social de Panamá (CSS), el sistema imperante fue el de reparto fijo, hasta la reforma de su ley orgánica en 2005 que creó el sub-sistema de ahorro y capitalización; que por cierto no ha sido bien explicado a los cotizantes que ingresaron en él y contaban con menos de 35 años al momento de entrar esta reforma en vigencia. Al quedar el sub-sistema de reparto fijo sin nuevos cotizantes, el tiempo lo ha ido desgastando hasta casi extinguirlo y hoy solo lo sostienen los cotizantes mayores de 53 años hasta que reclamen su pensión por vejez a los 57 años si son mujeres y a los 62 si son hombres; eso si no se acogen a la anticipada con 55 años las mujeres y 60 años los hombres.

Las afectaciones a la salud financiera de la CSS han pasado por la rebaja de las cuotas para obtener el beneficio de pensión por vejez de las 240 cuotas originales a 180 cuotas (la reforma de 2005 las devolvió a 240); la inclusión de las jubilaciones anticipadas de 50 años para las mujeres y 55 para los hombres en los años 1970 hasta 2005; la operación propia de hospitales y policlínicas a partir de 1962; la sobrecarga de atención médica que recibió por el sistema integrado de salud creado entre 1972 y 1975; el escandaloso robo de sus fondos por los programas de vivienda de los años 1980; y por la limitación en la inversión de sus fondos que le restaban rentabilidad, los desgreños administrativos y los sobreprecios que paga por o el robo que sufre de sus medicamentos e insumos.

Si queremos encontrar soluciones al problema de las pensiones y a la situación de la CSS en general, sin aplicar onerosas medidas paramétricas para los asegurados, tendremos que optar por ciertas decisiones que, aunque impopulares, serían más llevaderas desde el punto de vista financiero, tales como: permitir la jubilación anticipada para quien supere el número de las 300 cuotas; volver al principio del seguro familiar que se instauró en la reforma de la CSS en 1954, en el que el asegurado tenía que pagar el 5% adicional de su salario para incluir a sus beneficiarios; y eliminar la operación de hospitales y policlínicas por parte de la CSS, traspasándolos a una institución pública autónoma que se encargue de proveer los servicios hospitalarios financiados con fondos del estado, a la cual la CSS le pague por las prestaciones brindadas a los asegurados, y de esta forma el Seguro Social se concentre en la administración de los fondos de los asegurados.

Por supuesto que habrá necesidad de tomar decisiones en cuanto al aporte por parte del estado de los fondos que cubran el deficit del sub-sistema de pensiones por reparto fijo, al tema de las inversiones de los fondos del Seguro y a atender el tema de las pensiones bajas. En este último punto, lo que se debe garantizar es que las pensiones cubran, al menos, el equivalente al salario mínimo legal; para eso puede crearse un sistema de bonos o vales digitales que cubran esa diferencia y sean utilizados, exclusivamente, para alimentación. Así, por ejemplo, si el salario mínimo legal es de 500 dólares mensuales y la pensión es de 300 dólares, el bono o vale a recibir sería de 200 dólares al mes. De esta manera se evitan las distorsiones que se crean con los aumentos producto de la presión social en las calles y se actúa de manera más justa con quienes están por encima de los montos que se fijan como límite para recibir tales aumentos que se dan en la actualidad.

Mucho más hay que añadir sobre este tema, pero dejo estas consideraciones como un aporte de alguien que ve la problemática de la Caja de Seguro Social desde un punto de vista distinto a la aplicación del libreto de las medidas paramétricas tradicionales.

Luis Alberto Diaz