El país político y el país social

 El país político y el país social

Por: Jorge Zúñiga Sánchez                                                                         

Para muchos, está fuera de lugar hablar de política en tiempos de la pandemia, considerando que solo son  oportunos aquellos comentarios que sustenten el aplauso o la censura públicas a los esfuerzos estatales dirigidos a erradicar el mal de nuestras fronteras.  Es evidente que el matiz político electoral está en las opiniones sesudas y las disparatadas que se escuchan o se leen por doquier.

El Presidente Cortizo es una figura coyuntural en la crisis sanitaria, así que gústenos o no, es el responsable de dirigir la maquinaria estatal que enfrenta al virus, dejándose guiar por su probado equipo de expertos. Para los que desde ya afilan sus garras para asaltar al poder en 2024, lamento informarles que el éxito o fracaso de su gestión, no determinará  su anhelado triunfo electoral.

El “país político” es el espacio geográfico dentro del que se desarrolla los matraqueos institucionalizados por el control del poder, y en tanto que dentro del “país social”, los  seres humanos hacen su vida, construyen sus sueños y sufren sus decepciones y penurias.  No hay una pacífica relación “formal y material” entre ambas, pues los anhelos de vivir mejor la mayorías, encuentran siempre el obstáculo de los poderosos, a través de sus propios mecanismos, y cuando no los del aparato estatal. 

La crisis sanitaria que vivimos, no está distinguiendo entre tienen “ricos y pobres”. Así que hoy no pueden tomar un avión para irse a otros lares, y deben soportar resignados, el peso de la cuarentena.  Pero, la actividad económica está también gravemente afectada, pues el cierre de es una amenaza que vuela sobre muchas empresas, y así como en poco tiempo, miles de trabajadores podrían quedar en la calle desempleados.

El Estado cuenta con una capacidad presupuestaria muy limitada, suficientes como para dilatar por un tiempo, los consecuentes efectos negativos en la vida de empresarios y trabajadores.  Y le tocará al propio  Nito, diseñar un plan de reactivación económica, que de a poco ponga en marcha las estructuras económicas, para que el agro produzca comida, las  empresas activen el comercio, sin excluir a los pequeños y medianos  empresarios. 

A simple vista, en conjuntar el trabajo de “ricos y pobres”, no debería presentar mayores controversias en su ejecución. Pero, eso no es cierto. En esta coyuntura, la lucha política se agudizará, pues no será fácil lograr que poderosos grupos  empresariales radicales, aprovechando el desgaste del gobierno y las debilidades organizativas de los grupos mayoritarios, intenten imponer que sus  valores e intereses del capital, sean  los que influyan decididamente,  en ese proceso de reactivación económica.

A corto plazo y merced de la voracidad de grupos minoritarios apoyados por politiqueros resentidos, veremos enfrentados el país político con el país social, con la mediación del Presidente Cortizo, que podría sucumbir ante esas exigencias, si no surge un verdadero contrapeso social, integrado en su mayoría por empresarios conscientes, dirigente políticos, gremiales y sindicales, y asociaciones y grupos estudiantiles, sin importar sus simpatías y divergencias políticas.

Desde la sociedad y el gobierno, la crisis ha sido enfrentada con profundo sentido solidario, y nada impide que la reactivación se desarrolle inspirada en este valor de suprema dimensión humana. Si es tan importante el cierre de una empresa y las pérdidas de vidas humanas, es posible producir unan fusión teórica y operativa entre el sentido de solidaridad visto por el empresariado, y el sentido de solidaridad humana, apreciado por las personas desde sus sentimientos y pasiones.   El tiempo está en nuestra contra. A pesar de las incertidumbres de los tiempos, debemos  aferrarnos a todo pronóstico que visualice el resurgimiento de este gran país, fruto del esfuerzo de empresarios, profesionales  y trabajadores.     

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