La quimera de una sociedad más hermosa 

 La quimera de una sociedad más hermosa 

Este tiempo que vivimos 

por Ernesto Holder

Por allí se repite siempre el dicho “para gustos, los colores” para justificar, muchas veces, lo injustificable. Esta época, en donde la libertad se defiende a capa y espada so pretexto al “derecho de opinión”, en muchos casos o, “porque a mí me parece”, nos está llevando “al borde del precipicio”(otro de esos dichos folclóricos). Eso nos ha alineado (a mi parecer) en un camino de “no retorno”. Es decir, no sé cómo vamos a salir de la situación sociocultural en la que nos encontramos, para que, con los aportes positivos y valiosos de la mayoría, podamos construir una sociedad culturalmente superior. Una sociedad hermosa para todos.

Soy de los que firmemente crean que, 1: una generación debe hacer lo necesario para que la próxima, bajo su tutela, alcance niveles superiores de desarrollo y progreso sociocultural; y, 2: no es el dinero ni las propiedades ni siquiera los títulos. Es el nivel de educación social, fundamentado en estrictos principios éticos, lo que hará que el recorrido de esta generación hacia el futuro sea, igualmente, una encaminada al continuo mejoramiento y construcción de una sociedad más humana y superior. Es supremamente importante para que el conjunto humano continúe sobre la tierra mucho más tiempo.

Hoy, tengo dudas sobre esa necesaria transformación social. No en vano, a mi parecer, que los multimillonarios están construyendo naves espaciales para ver cómo escapan de este planeta en un tiempo prudencial. Lo escribo en serio. Y en serio también escribo, que la oportunidad da para que, si se logra, dejemos los males sociales, políticos y culturales, y se haga un esfuerzo por reproducir lo mejor de este mundo en otro lugar.

Con estudiar lo que ocurre en la sociedad estadounidense, supuestamente el primer mundo, ya tenemos una idea de lo difícil que es el camino de las correcciones humanas. En este pequeño Panamá, los efectos de una educación perversa y atrasada ya han tomado cuerpo en todas las costuras sociales. Las razones detrás de la destrucción de áreas históricas protegidas emergen de las miasmas de la incultura y degradación social, sin mecanismos inmediatos y urgentes para detenerlo. Igual, la destrucción del ambiente para crear espacios de lujo y recreación.

La incultura de esta sociedad avanza con fuerza y determinación. Hay pequeñas áreas de resistencia, pero la realidad nos rebasa. Hemos ido acomodándonos a lo fácil, lo vulgar y lo banal. Es un fenómeno que, si observamos bien (advierto que no soy sociólogo), ha infectado todos los cimientos sociales y culturales. Desde los que ven innecesario conocer de historia y cultura, hasta los que aspirar a ocupar posiciones y obtener salarios para las cuales no están preparados. Y, además, se creen en la capacidad de juzgar o comentar sobre cualquier asunto que se discute o que afecta al conjunto de la sociedad. En parte, esas cosas de la democracia nos han legado esas prácticas, como consecuencia de la elección de nuestros representantes políticos.

Como ya se ha discutido en las últimas semanas, esta sociedad, en gran parte, desconocía (y parte de ella criticaba agriamente) el trabajo creativo de una joven artista emergente, panameña, que comienza a marcar en escenarios musicales importantes a nivel internacional. La joven presenta una admirable propuesta vocal y musical de mucho valor artístico y original. Sin embargo, esta misma sociedad aplaude a rabiar a un exponente del género urbano, que, por popular, con una lírica fácil, vulgar y de doble sentido, que apela a lo más sencillo de la imaginación, no significa que su propuesta vocal y musical esté a la altura para marcar en los anales históricos de la música universal. Llenará eventos y hará millones de dólares para él y sus promotores con descargas digital de sus canciones, pero poco será su legado en la construcción de una sociedad culturalmente más hermosa y superior.

Creo que el proceso educativo de las últimas décadas ha afectado la labor de construir una sociedad más hermosa culturalmente. Una en donde no se rechaza la intelectualidad y el pensamiento crítico y en donde la incultura no tenga tanto espacio. Un pueblo educado, no solo en los asuntos técnicos, sino primordialmente en el conocimiento de su historia y su cultura, con una apreciación por su valor y su belleza, ese será un pueblo que sobreviva y una sociedad más hermosa.

Comunicador social.

aldiapanama