Que hemos perdido en el camino
La bitácora
Luego del fin del enclave canalero y la recuperación del Canal de Panamá en manos cien por ciento panameño logramos completar un anhelo nacional que incorporó a todos los sectores sociales del país, pero en especial a todos aquellos grupos humanos que no vivían en una relación simbiótica con los Estados Unidos y sus ciudadanos acantonados en la Zona del Canal. Se produjo un fenómeno que arrastró inclusive a los alienados grupos económicos tradicionales que apostaron su suerte y bienestar mirando a reojo al coloso del norte. La comunidad de pensamiento hacia la recuperación del Canal por la vía de la negociación y la presión internacional se constituyó en el mecanismo propulsor del cambio.
Un cambio que empezó con un giro de timón después de los trágicos eventos del 9 de enero de 1964 y la decisión política norteamericana al entender que el statu quo y el revisionismo contractual a cuentagotas no llenaría las aspiraciones nacionales como tampoco encontraría eco en un mundo cambiante y cada vez más anticolonialista. No es fácil llegar a acuerdos satisfactorios cuando la correlación de fuerzas es tan dispar. Un hecho que merece todo el respeto hacia los hombres y mujeres que lideraron esa lucha en la mitad del siglo XX.
Pero hoy nos encontramos con un vacío existencial como país. Esos canales de socialización que permitían un flujo constante de ideas y comportamientos comunes se ha ido perdiendo a medida que la ciudad de Panamá (eje motor de la idea nacional y el desarrollo de acuerdos consensuales puntuales) se ha ido extendiendo rompiendo en cierta forma esos espacios de socialización de los diferentes grupos y clases sociales para crear símbolos culturales, una visión común de la definición de progreso y bienestar social y un compromiso común de sostener unas aspiraciones nacionales. Si bien se concretó la aspiración nacional de lograr la integración territorial y la nacionalización de nuestro recurso natural más importante esa aspiración se centró dentro de un contexto geográfico limitado y conocido como la zona de tránsito.
Panamá y su identidad nacional en mayor grado estuvo encuadrada en la zona de tránsito, pues siendo un área geográfica sujeta a dominio extranjero exigía un compromiso de todos los sectores sociales a restablecer nuestra integridad territorial y control sobre el Canal de Panamá. Logrado ese objetivo lamento la ausencia de una clase intelectual que reformule esa necesidad de socialización entre lo que ahora este gobierno ha denominado los cinco Panamás, El Panamá Moderno, El Panamá de la Clase Media, El Panamá de los Barrios, El Panamá Agrícola Rural y el Panamá de las Comarcas. Para ello no se ha producido ninguna iniciativa, ni se han establecido los puntos de contactos para dinamizar esa relación que conlleve puntos conciliatorios entre todos los panameños.