La zapatilla, la lata y el maletín
por Luis Alberto Díaz
En nuestra reciente historia política estos tres artículos se han hecho populares y han despertado el interés y la curiosidad de la gente. Tan populares se han hecho, que donde asoma uno la cabeza allí están.
Tanto los mencionaron, que perdí la cuenta de las veces que escuché de ellos. Cuando veo la publicidad de los útiles escolares, allí también aparecen los maletines. Grande es la cantidad, que hasta las entidades gubernamentales y las empresas, los obsequian llenos de cuadernos y lápices. Y hasta de otras cosas raras.
El mundo de nuestra política criolla ha parido candidatos con apodos y símbolos curiosos. Pan de Dulce, El Toro, El Perro, El Bimbín, Tortugón 1 y 2, El Revolcón, Tanque de Gas y El Loco son algunos de estos personajes. Todos tienen en común algún maletín que se ha cruzado en su camino, la lata no es un elemento concomitante. Tampoco las zapatillas, porque estas son exclusivas de uno de ellos. En ese aspecto es el rey.
Cuando la locura las puso de moda, los almacenes vendían todos los estilos de zapatillas. Había para las clases de gimnasia y para los paseos domingueros. De todos los estilos y colores se ofrecían, con la promesa de acomodarlas en cualquier pie y el uso para toda ocasión. Zapatillas para caminar, correr, jugar y presumir. De tela, de cuero, de vinilo. Zapatillas para todos los gustos y presupuesto. Hasta se podía sacar ventaja, al jugar a la lata con ellas.
Y aquí viene lo bueno. La empresa Odebretch decidió jugar a la lata. Se tapaba los ojos mientras los jugadores salían a esconderse con un maletín lleno de dinero, proveniente de unas cuentas de operaciones estructuradas. Hasta que llegó el momento en que la justicia salió a buscar a los jugadores. Moviéndose con sigilo, los participantes trataban de llegar a la lata para sonarla y gritar: ¡Salvación, salvación! Algunos ya capturados y enjuiciados o a punto de serlo, ponen todas las esperanzas en que llegue alguno, toque la lata y los salve.
Zapatilla, lata y maletín van juntos en muchas ocasiones. Es un trío que va de aquí para allá, tanto en la capital como en el interior. Zapatilla, lata y maletín, juntitos se marchan al pindín.
Por eso vemos que los maletinazos de Odebretch han salpicado a un montón de políticos panameños y del mundo entero. En la audiencia preliminar que ha empezado esta semana, casi 50 personas están en la lista de imputados y en carrera a ser enjuiciados. Entre ellos el hombre de las zapatillas que pide a gritos el reconocimiento de un principio de especialidad que le es negado.
Dicen que las zapatillas son prácticas y cómodas; sobre todo por si hay problemas para salir «pisao», pero eso no se cumple en todos los casos. Un tío de mi mamá, que tenía juanetes, les abría huecos a las zapatillas por los lados internos del pie, para aliviarse de la tortura que le producían. Y al parecer alguien ya necesita abrir más de un hueco en sus zapatillas para sacarse la tortura que tiene encima por el Caso Odebretch.
Los maletines de la empresa brasileña están resultando bastante pesados para quienes los aceptaron. Al principio parecían inofensivos, como el caso de un muchacho del barrio que se paseaba con un maletín todas las tardes. La gente pensaba que venía de trabajar duro ganándose el pan como obrero, hasta que le descubrieron que dentro llevaba los objetos malhabidos que hurtaba de las casas donde lo dejaban entrar.
Ahora nos tocará esperar si los fiscales y los jueces podrán desentrañar el misterio de las zapatillas, la lata y el maletín provocado por el Caso Odebretch, lo que devendrá en dicha para unos y desdicha para otros.