Burocracia, descentralización y desarrollo
-Destituir a miles de funcionarios crearía un caos económico.
– El desarrollo del país debe pasar por la descentralización.
por Luis Alberto Díaz
Panamá es un país lleno de oportunidades que son muy poco aprovechadas por sus políticos y empresarios. Salvo algunas excepciones, para la mayoría de ambos es mejor ir por el camino fácil y escoger la ley del menor esfuerzo, porque eso asegura el éxito de sus planes y proyectos.
A nuestros políticos poco les preocupa prepararse en el conocimiento y el arte de la política. Con un par de triquiñuelas aprendidas empíricamente les basta para manejarse en el poder. Las componendas en el reparto del poder, antes y después de ganarlas es la norma. Una postulación para principal o suplente en un puesto de elección, un ministerio para este, un consulado para aquel, una notaría para el otro hacen parte de su experticia politiquera.
Por el mundo empresarial tampoco la cosa anda muy bendita, ya que más de uno siempre busca su acomodo para que lo metan en «la jugada» y hacer prosperar sus negocios. Incluso los más osados estrenan su faceta de empresarios creando sociedades mercantiles dentro del mismo periodo de gobierno donde tienen los contactos y de esa forma enriquecerse.
Ese es el círculo vicioso que condiciona el progreso nacional. Cada administración cree que con un par de mega obras para que «permee» el dinero y decir que Panamá progresa es suficiente. Mientras tanto, la podredumbre interna continúa alimentando el sistema corrupto en el que se distribuyen las dádivas para los que «apoyaron» el triunfo nombrando copartidarios y adeptos o transando con diputados y otros caciques políticos nombrándoles a sus allegados o «poniendo a vivir» a quienes les hacen favores o le dan su tajada de los miles de millones de dólares que pasan por las manos de los gobernantes en los cinco años que hacen gobierno y administran el país.
Todas esas malas prácticas han creado, como una costra, una burocracia estatal que absorbe los recursos del estado de manera insaciable. Plantearse un plan de desarrollo del país debe, inexorablemente, incluir la reducción de dicha burocracia. Pero hacerlo de forma abrupta podría provocar males mayores. Son tantos los que dependen del aparato burocrático, que lanzarlos a la calle de manera masiva crearía un caos económico, por lo que el asunto debe tratarse inteligentemente y programar su ejecución entre siete y diez años, más del quinquenio que dura una gestión de gobierno, por lo que también ello implica un pacto nacional.
Otro punto a resolver es la descentralización, que representa algo más profundo que repartir la recaudación del impuesto de inmueble. Que por cierto ya ha encontrado en el juegavivo politiquero la forma de moderle un pedazo para alimentar la burocracia municipal nombrando funcionarios.
Dentro de la descentralización tenemos que asignar fondos de inversión para las provincias y los municipios y que las autoridades provinciales y municipales tengan la libertad y la capacidad administrarlos. Aquí también es necesaria una reforma para elegirlas y empoderar más al ciudadano y los gobiernos locales. Si continúa el centralismo seguiremos con los mismo males y prácticas administrativas que facilitan la corrupción.
Por último, los empresarios deben idear un plan de inversión privada y crear consorcios donde compartan los riesgos y les permita crear más riquezas a través de empresas más complejas que las existentes. La cultura empresarial local tiende más al negocio familiar y entre amigos que a fundar empresas sustentadas en la cotización accionaria en la bolsa de valores local. Panamá ofrece muchas posibilidades para hacer negocio que son como diamantes en bruto, lo que hace falta son empresarios que sean como el joyero que les dé mayor valor creando una prenda, que el típico mercader que solo parte el diamante en pedazos y los vende al mejor postor.
El progreso del país requiere de un nuevo político y un nuevo empresario, en su mentalidad y sus métodos.