Perjuicios y peligros de los cierres de calles
Por: Elka Rodríguez / Docente universitaria
Ha quedado demostrado que el cierre de las calles no responde a las necesidades y esperanzas del pueblo, porque la clase populosa ha tenido que transitar por caminos difíciles, debido a la irresponsabilidad que les cabe a los dirigentes que controlan y ordenan los cierres. Y es que tienen la conciencia cauterizada, por lo cual estos individuos son capaces de cometer cualquier hecho sin sentir el mínimo remordimiento.
La causa que convoca las protestas en las calles es la solicitud que hacen muchos sectores para eliminar la Ley 406, que da vida a la minería en nuestro país. Hasta el presente el Gobierno, ha permitido las manifestaciones de quienes no están de acuerdo, pero estas concentraciones en ningún momento deben afectar a terceros, ni causar tantos daños como lo están haciendo.
La Constitución de Panamá establece el derecho al libre tránsito, el cual no debe ser obstaculizado por nadie en ningún momento. Sin embargo, hemos visto que se están dando abusos y atropellos, por parte de algunos grupos de manifestantes que se han dedicado a cerrar las calles, prender llantas, destruir la propiedad pública y privada, agredir, fomentar la violencia, el caos, enfrentarse a las autoridades del orden público, exigir, amenazar, cobrar dinero por dejar pasar a conductores y transeúntes.
Estos cabecillas han lesionado la patria, han producido escandalosas trifulcas en la que prevalece el ataque violento. El propósito y la soberbia de los dirigentes, ha estado encaminada a la destrucción de los bienes del Estado, los cuales tendremos que pagar con nuestros impuestos. Además, la destrucción y el robo a los establecimientos comerciales han impedido el libre tránsito a miles de personas muchas de las cuales, no han podido cumplir con su horario laboral y tienen que caminar largas distancias. Los mercados públicos, los supermercados y las tiendas, no han podido recibir legumbres, vegetales, frutas, carnes debido al cierre antojadizo de las calles.
El pueblo ha estado obligado a protegerse en sus mesas comiendo frituras, tunas y sardinas enlatadas, la compra de pan ha aumentado y bajado la de la carne. En estas semanas de los cierres de calles el pueblo ha dejado de comer proteínas, vitaminas, fibras de ciertas verduras, legumbres y frutas, que son tan necesarias para la buena salud, nos protegen contra enfermedades y nos aportan nutrientes para la familia en general.
Los cuadros dantescos, que se han vivido en Panamá en estos últimos tiempos no han sido controlados por las instituciones encargadas de velar por la seguridad del pueblo. La guardia fue creada para mantener el orden y reprimir actos de violencia, vengan de donde vengan. Existen las pruebas de manifestantes, que han destruido las paradas de transporte colectivo y selectivo, al metro de Panamá también le tocó su porción de destrozos. Las avenidas fueron ensuciadas con toda clase de basura, la naturaleza también fue aniquilada y circulan vídeos donde se observan a personas ebrias de locura con sed de brutalidad derribando árboles de altura considerable y gruesos para obstaculizar el paso de los vehículos y producir la anarquía.
Los cierres de las calles han ido cercenando la libertad, los derechos y la dignidad humana. El pueblo tiene toda la potestad de transitar libremente en su patria. Pareciera, que es el mismo pueblo y no otro, el llamado a terminar de una vez por todas con estos cierres de calles que nos oprimen, los problemas han aumentado. Ya conocemos el mal, se realizaron manifestaciones y actos diversos en varias instituciones estatales, la Asamblea Nacional trató de rectificar y actúo acorde con las justas reclamaciones de las mayorías. Ahora le toca a la Corte Suprema de Justicia declarar la inconstitucionalidad de la Ley 406. Esperemos, pues, que la Corte emite el fallo, pero no se debe entorpecer la labor de los magistrados en un tema tan sensible y controversial.
Los cierres de calles han provocado la muerte y agravado los males de miles de pacientes, quienes han sufrido en carne propia por la falta de atención médica, la carencia de medicamentos sin los cuales les ha sido difícil aliviar sus males, se perdieron miles de citas médicas, tanto en el Seguro Social como en los hospitales del Ministerio de Salud, en su mayoría eran citas con médicos especialistas. El SUNTRACS con sus máximos dirigentes, no han hecho nada por remediar la cruda realidad de los enfermos; están traicionando a toda esta colectividad de pacientes que luchan por sobrevivir. Saben las consecuencias de no atender sus dolencias y no les importa, participan del mal.
Por último, la actuación de los profesores es tétrica, llevan semanas en huelga, firman una lista por no trabajar, el Estado les paga millones de dólares en planilla por su vagancia. Han abandonado a sus estudiantes, significa que no les importa con el presente ni el futuro de toda esa niñez y muchachada, que en un abrir y cerrar de ojos pueden caer en las profundidades del abismo. Niños y jóvenes están en el olvido, con problemas emocionales de todo tipo, por lo cual estos profesores bien podrán ser responsables de la pérdida del presente año escolar.