El ciudadano pensante, el calculador y el indiferente

 El ciudadano pensante, el calculador y el indiferente

La bitácora

Ebrahim Asvat

Así como en las ciencias biológicas existe una clasificación del reino animal.  (mamíferos, aves, reptiles, peces, anfibios) (vertebrados e invertebrados).  En política folclórica panameña podríamos clasificar a tres tipos de ciudadanos.

El ciudadano pensante:  Aquel preocupado por la gobernanza del país, el manejo de los recursos públicos y la buena gestión.   El ciudadano pensante en Panamá no está interesado en ideologías.   Le interesa la buena administración, ciudadanía comprometida y líderes al servicio del país.  Su participación predominantemente es en los períodos electorales y en los medios tradicionales o virtuales como mecanismo de presión.  Siempre tiene un interés por la buena gobernanza, aunque no siente necesariamente compromiso con ser agentes de cambio a través de la acción o el ejercicio del poder político.

El ciudadano indiferente es aquel que siente la administración pública como algo ajeno.  No le incumbe ni le produce un impacto en su universo familiar o económico.  Es individualista y administra su porvenir preocupándose únicamente por los suyos y su solvencia económica.   No siente una relación directa entre la suerte del país y su vida personal familiar o patrimonial.

El ciudadano calculador es la figura más interesante de todas.   En su mente no hay materia gris sino algoritmos.  Siempre en función del ganador.   Los períodos electorales son una especie de carrera de caballos del hipódromo nacional.   Va apostando y cada vez más a quien va en la delantera, pero no deja de apostar al segundo o tercero en la carrera.  Y si su caballo (candidato para todos los propósitos) no gana o no le contribuyó lo suficiente es parte de ese 20% de la población calculadora que no voto por el Presidente electo pero incide en las encuestas de simpatías.  Explica las razones de un candidato a Presidente electo con 34% de votos que de repente sube hasta el 60% en simpatías.

El ciudadano calculador luego de las elecciones empieza a hablar favorablemente del candidato electo ganador.  No importa si antes habló pestes de este.    Su discurso cambia de color y lo que no veía antes ahora lo ve mejor.      Me recuerda aquel chiste del ciudadano calculador.  Todos los años regalos para el Ministro, su esposa, sus hijos, le presta el yate, el avión, la casa de playa.   Le celebra eventos y actividades.   El ministro dejó el cargo y desparece.  No le recibe llamadas al ex Ministro, no le regala ni le presta el avión ni el yate ni la casa de playa.

Un día se encuentra por casualidad con el ex Ministro,  quien le reclama su falta de atención a sus llamadas y le pregunta ¿Qué ha pasado?  Y el ciudadano calculador le contesta: “Pues nada.  Yo le sigo enviando regalos al Ministro, su esposa e hijos y le sigo prestando el yate, el avión y la casa.  El que ha cambiado eres Tú.

El ciudadano calculador ve la política como una necesidad para el acomodo.  Monetiza en su mente la política para su beneficio personal. Necesita estar bien con el gobierno de turno.  Ser amigo del gobierno.   Influir en sus decisiones sin necesidad de participar directamente.   Desea nombramientos para allegados, familiares, socios.  Se vende como un ciudadano cooperador, dispuesto a colaborar en el gobierno.   De estas cualidades no escapan los de arriba ni los de abajo.   La especie cada vez se multiplica más y más y más.

 

 

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