El nuevo acuerdo con Minera Panamá
Por Ebrahim Asvat
Fue por los alrededores de 1967 durante la Presidencia del Presidente Marcos A. Robles se hizo el anuncio del descubrimientos de importantes yacimientos de cobre tanto en el Distrito de Donoso en Colón como en Cerro Colorado Chiriquí. Yo apenas era un niño, pero recuerdo muy bien tan importante anuncio en medio de un país con un enclave canalero colonial y pocas esperanzas de riquezas extraordinarias fuera de la fauna, flora y mar cuya importancia en esa época era mínima. Recordemos que los amplios bosques tropicales eran parte de lo que entonces se denominaba país por conquistar y esa conquista se producía de una manera muy informal a través del paso de colonos macheteros dispuestos a convertir bosques tropicales en potreros. Fue durante el gobierno revolucionario cuando el interés por explotar el cobre cobró mayor fuerza. En ese entonces se negoció contratos con empresas extranjeras y no llegaron a materializarse por dos razones. Primero: el precio del cobre estaba por debajo o al nivel del costo de producción y Segundo: la región escogida como primera opción no fue Donoso sino Cerro Colorado.
La región de Cerro Colorado además de contar con una población indígena a quienes les alteraba su modus vivendi, la forma de producción en ese entonces hubiese producido desastres ecológicos importantes en la región más productiva del país en términos agrícolas. El esquema de participación del Estado en ese entonces era mucho más equitativo e intervencionista en materia de administración y producción de los recursos minerales.
Fallido el proyecto fue durante la crisis económica del 1987-89, cuando el gobierno del General Noriega en un acto de desesperación política antepuso los intereses políticos a los intereses nacionales y dicto una ley en 1988 de corte entreguista sin percatarse que una entrega en concesión de estos dos importantes proyectos mineros era similar a un Hay-Bunau Varilla ochenta y cinco años después. La ley permaneció en vigencia y en 1997 otro gobierno PRD le otorga a una empresa local la concesión de los yacimientos de cobre en Donoso. Esta en estos juegos birlibirloque termina cediendo con aprobación del Estado panameño el mismo contrato a una empresa multinacional ahora de nacionalidad canadiense.
Obviamente, durante estos intercambios se dieron jugosos negocios inter pares. Es apenas una vez que la nueva empresa ahora con el cobre a precios inimaginables hace cincuenta años atrás ingresa con empeño a desarrollar el proyecto y construir la infraestructura necesaria para la explotación del recurso mineral. Y ya no sólo era cobre sino otros minerales en proporciones considerables entre ellos el oro. Los pingues beneficios generados para la empresa luego de iniciada su operación le abrió los ojos al país.
La participación del Estado en los beneficios era casi nula y generó las necesarias protestas y comentarios. El contrato a su vez en un rejuego judicial fue declarado nulo abriéndose así la posibilidad de volver a negociar los términos económicos del mismo.
Ni la empresa podía quedarse explotando los recursos minerales sin un sustento jurídico ni el Estado podía quedarse fuera de los beneficios de la explotación. El cobre y el oro es nuestro. Pertenece al Estado panameño. De por sí la inversión solo se produce cuando se visualiza una posibilidad de extraer algo existente en el subsuelo panameño y eso de por sí tiene un valor en cualquier explotación comercial.
Los argumentos a favor del Estado panameño son tan válidos como los de la posición geográfica estratégica para la construcción de un canal por Panamá. Imposible alegar porque construyeron el Canal por Panamá, el canal era de ellos menoscabando la soberanía panameña o su legítimo interés de percibir los beneficios del mismo.
Desconozco los términos de la negociación entre Minera Panamá y el Estado Panameño. Tan pronto se envié el contrato a la Asamblea Nacional tendremos suficiente oportunidad para analizarlo con profundidad. Desde ya puedo decir que me conforta saber de los mejores términos económicos conseguidos. No soy de los que arman pataletas con visos políticos para negar que este es un mejor arreglo. Ni tampoco voy a levantar la bandera del apocalipsis forestal, climático o de degradación ambiental. Si creo que con responsabilidad podríamos explotar nuestros recursos minerales con el mínimo impacto ambiental posible. Los ojos lo debemos poner en crear los entornos de prosperidad en las regiones apartadas del país donde las oportunidades son pocas. Un gobierno PRD dictó la ley de 1988, un gobierno PRD otorgó la concesión en 1997 y ahora un gobierno PRD enmendó un agravio al país. Nos sentíamos comprados con espejitos de vidrio.
Conociendo un poco la historia de las inversiones extranjeras en Latinoamérica cabe resaltar que en esta oportunidad teníamos a una empresa de un vecino sin ínfulas imperiales. En otras circunstancias y con otro vecino cercano, las dificultades hubiesen sido mayores. En nuestra América Central han destronado presidentes por contratos leoninos por no querer modificarlos con términos y condiciones equitativas. Tenemos suerte de lidiar con la multinacional de un país que nunca tuvo ni tiene aspiraciones coloniales. Todo esto nos debe servir de enseñanza. Debemos ser más racionales en nuestras decisiones y nunca dejar de pensar en el interés nacional por encima de cualquier otra razón inmediata.