El Espíritu empresarial
La bitácora
Cada vez se pregona y se recalca sobre la necesidad de una mejor redistribución de la riqueza en el país. El crecimiento panameño según tirios y troyanos es muy desigual. Algunos sectores altamente productivos ligados a la zona de tránsito con mayor productividad, pero con menos contratación de mano de obra. Y otros sectores y regiones del país con dificultades para crecer y mejorar las condiciones de los trabajadores. Esa realidad panameña no es nueva. Y demos gracia de gozar una posición estratégica que nos permite explotar actividades rentables y altamente competitivas. No es una maldición. Ocurre todo lo contrario. No hemos sido capaces de impulsar mayor espíritu empresarial en la población. Esto si es en realidad un obstáculo para un país con tantas bondades.
Hace unos años atrás cuando era director de un banco de microfinanzas acompañaba a los oficiales bancarios a visitar a los pequeños empresarios con necesidades crediticias. Hay gente innovando, hay gente organizando negocios y buscando oportunidades. Sorprende cuando vez a ciudadanos de los suburbios de la ciudad con iniciativas empresariales. No son iniciativas de subsistencia ni de la informalidad. Algo por hacer cuando no se tiene un empleo y en transición a uno. Sino personas decididas a emprender con la finalidad de ser independientes y tener su propia actividad empresarial. Las dificultades que encuentran son crediticias para crecer sus buenos negocios. Allí el sistema no parece acompañarlos. Hablamos mucho de Ampyme, lo cual en mi opinión es un bastión burocrático que pretende dar crédito a gente que no tiene el espíritu empresarial y genere empleos o pretende dar entrenamiento sobre organización empresarial.
La pregunta es qué entrenamiento puede dar una persona que jamás ha tenido una empresa o dirigido una empresa. Generalmente se denominan facilitadores y su capacidad técnica es teórica. Nunca han pagado una planilla. Empresario, espíritu empresarial, Emprender es de gente lanzada con una idea, con un espacio no atendido en el mercado y a la cual sienten la necesidad de aportar. Detrás de un empresario hay una mística, una disciplina de trabajo, una rebeldía de ser agente productor y no prestador de mano de obra u oficio a otro por una suma fija. Un ser que ama su independencia y a la vez dispuesto a dedicarle día y noche a su proyecto. Al principio es duro, pero luego cuando el negocio se estabiliza su empeño es verlo crecer.
Lamentablemente vivimos en una cultura del empleo y toda la temática nacional va dirigida al tema de ofertar empleos o distribuir la riqueza que otros producen, pues hay una marcada desigualdad entre los que tienen y los que no tienen. Pero no escucho a nadie hablar de cómo hacer crecer el pastel e incorporar a más panameños como productores de riqueza con un país tan vasto en recursos y oportunidades.