Nunca es tarde para aprender a leer y escribir
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- julio 31, 2024
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– Cinco panameños que pasaron por este programa ingresaron a la escuela en una carrera por recuperar el tiempo perdido. La meta del grupo es obtener el bachillerato, y luego ingresar a la universidad. Una historia de superación y determinación
Por Gilberto Pérez
Es un martes de julio en el Centro Educativo Básico General de Playa Chiquita en La Chorrera, y aunque el calor agobia reina un ambiente de camaradería en el salón 2B donde cinco estudiantes entre 33 y 62 años aprenden matemáticas, español y geografía. Están animados, felices, porque en diciembre recibirán su diploma de premedia.
Hace 4 años atrás, Pedro Bedoya de 62 años, Ruth B. Díaz de 53, Carlos Jiménez de 34, Marylin Miranda de 33 y Evila de Salinas de 33 años no sabían leer ni escribir. Por diferentes motivos no terminaron la primaria, pero la vida da revancha y en esas segundas oportunidades que otorga el destino, ingresaron al programa de Alfabetización del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES).
En siete semanas y media la maestra voluntaria Tatiana Guevara de León los alfabetizó. El grupo quedó tan fascinado con lo que aprendieron que decidieron seguir estudiando. Con la ayuda de su maestra ingresaron al programa de Teleeducación para jóvenes y adultos del MEDUCA donde iniciaron desde cero.
Ingresaron a primer grado y juntos terminaron la primaria. Luego cursaron el séptimo y octavo grado. La meta es seguir estudiando hasta conseguir el bachillerato y algunos de ellos darán el salto a las grandes ligas: la universidad.
Tres veces a la semana en un horario de una a tres de la tarde la profesora Luz Castillo los recibe para enseñarles diferentes asignaturas. La evolución de este grupo es notoria. Leen y escriben perfectamente apegados a las reglas gramaticales, dictan charlas sobre temas varios y resuelven operaciones matemáticas.
Castillo asegura que sus estudiantes son unidos. “Aquí todos van al mismo ritmo, si uno no sabe él otro le ayuda. Trabajan sobre una premisa: comenzamos juntos y terminamos juntos. Su tenacidad y valor es un faro de esperanza que envía un mensaje alto y claro: nunca es tarde para aprender”, afirma Castillo.
Sus historias es solo una de las muchas que han sido moldeadas por el programa “Muévete por Panamá” que utiliza el método “Yo, Sí Puedo”, que desde su creación en el 2007 ha logrado alfabetizar a 82,494 ciudadanos en todo el país.
La mayoría de los iletrados residen en las regiones indígenas, pero precisamente es en estos lugares donde ha calado con fuerza el programa.
Actualmente, la comarca Ngäbe Buglé con 12,236 alfabetizados, es la región del país con el mayor número de egresados del programa.
¿Por qué no se educaron?
Evila, Marylin y Carlos nacieron en la Comarca Ngäbe-Buglé. Carlos es oriundo de la comunidad de Cerro Mosquito en el corregimiento de Chichica Cabecera, donde el índice de pobreza multidimensional es del 94.0%, de acuerdo con el IPM-C, elaborado por la Secretaría Técnica del Gabinete Social del Mides.
Carlos solo cursó el tercer grado. Ante la ausencia de su padre, que viajaba periódicamente a Costa Rica a trabajar, asumió el rol del hombre de la casa. Mientras cumplía ese sagrado mandato ancestral del trabajo en la huerta, se escapaba sin querer de la magia que vive un niño en el salón de clase, de la fascinación de leer un libro y de las aventuras imaginarias que se siente cuando se lee un cuento.
Su historia, pese a estar llena de desafíos e injusticias, apunta a tener una final feliz. Carlos quiere ser abogado. Con su profesión quiere ayudar a su comunidad, por eso se aplica y pone atención a cada detalle que le dicta su profesora. Carlos es uno de lo más aplicados del salón, cuándo la profesora Luz lanza una pregunta es el primero en contestar.
Marylin nació en la comunidad de Alto Estrella, un poblado rodeado de montañas. Trabajo desde pequeña en el campo. Las necesidades que había en su hogar eran apremiantes. Recuerda con nostalgia que debido a los trabajos que le tocaba realizar no tuvo tiempo para sentarse en una banca a colorear y a jugar con masillas como los niños de su edad.
Su analfabetismo la marginó por años. Cuando emigró de la Comarca Ngäbe-Buglé a la capital, se encontró con una sociedad interconectada que le exigía por lo menos leer para realizar acciones sencillas como abordar un bus. Y si alguien le enviaba un mensaje a su celular, debía pedir ayuda para que le interpretara el texto que había recibido. Con 33 años, su meta es ir a la universidad y ser una inspiración para sus hijas y su familia, que son testigos fieles de lo mucho que ha logrado.
Evila llegó hasta segundo grado. Lo poco que aprendió lo olvidó con los años. Relata que sus padres por falta de dinero no pudieron enviarla a la escuela. Debió trabajar desde pequeña para ayudar en los gastos de la casa.
Ingresó al programa de alfabetización motivada por su hija Melani Carpintero. Cuando Melani llegaba a casa cargada de tareas no podía ayudarle. No entendía nada de lo que estaba escrito en los cuadernos de su hija. Fueron años difíciles hasta que ingresó al programa de alfabetización.
Desde que Evila fue alfabetizada, todo cambió en casa. Reconoce que ahora es una mujer segura que mira el futuro con optimismo. También quiere ir a la universidad. Su paso por el programa le permitió ayudar a su hija con las tareas. Melani ha subido sus calificaciones. Actualmente, su hija cursa el sexto grado con un promedio final de 4.7. Una calificación que motiva a Evila a seguir estudiando junto a sus compañeros.
Ruth y Pedro también tienen mucho que contar. Al igual que sus compañeros, tuvieron una niñez acelerada. Debieron hacer el trabajo de un adulto (trabajar) cuando todavía eran unos niños. Y esa inversión de roles les pasó factura.
La alfabetización en cifras
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en el mundo viven 765 millones de adultos que no saben leer ni escribir.
El Censo de Población y Vivienda de 2023 reveló que el 3.7% de su población es iletrada, es decir, 123,674 personas, de acuerdo a un informe del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), de la Contraloría General de la República.
Estas cifras revelan que Panamá es un territorio libre de analfabetismo. De acuerdo a la UNESCO un territorio es libre de analfabetismo cuando reportan una tasa inferior al 5%.
A pesar de los avances, el MIDES sigue imprimiendo fuerza a su programa. De enero a junio se han alfabetizado a 574 personas. En la actualidad 239 personas están recibiendo clases con la ayuda de 87 maestros voluntarios, por lo que se prevé que el 2024 cerrará con un número alto de alfabetizados.
La profesora Luz Castillo está segura que sus estudiantes se van a graduar en diciembre, y que seguirán estudiando como lo han planeado. Tienen mucho por qué seguir. Llegar hasta donde están no ha sido fácil, y sólo cuando lancen el birrete al cielo habrán cumplido unas de sus metas.
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*El reportaje, publicación del periodista Gilberto Pérez/ se publico por primera vez en el MIDES.