Libre postulación debe ir a primarias
La limitante de solo tres candidaturas presidenciales por libre postulación deja por fuera a los aspirantes que podrían conseguir mayor respaldo popular en las urnas que otros de los que alcanzan a colarse con cientos de miles de firmas de apoyo a su candidatura.
por Luis Alberto Díaz
Aspirar a la candidatura presidencial por la ruta de la libre postulación se ha convertido en una odisea política. El solo hecho de permitirle a miembros de partidos políticos en activo correr por la libre ya es un escollo para quienes no están inscritos o han abandonado sus toldas políticas con antelación.
El ejercicio de conseguir firmas políticas para quien esté vinculado a un partido o a una organización ideológicamente beligerante resulta más fácil que para quienes no cuentan con una estructura similar que les provea de activistas, soporte logístico y de fondos económicos, como se sospecha en algunos casos. En este escenario, el trabajo de recolectar firmas se convierte en una lucha de David contra Goliat de la que difícilmente se pueda salir airoso si no se está en igualdad de condiciones.
De cara a la experiencia actual, en la que cinco aspirantes por la libre postulación para las elecciones de 2024 han alcanzado la cifra requerida, de los cuales solo quedarán como candidatos los tres que más firmas recojan, el elector se verá privado de poder votar por un candidato que esté libre del nexo partidario, porque al menos dos de esos tres son militantes de dos partidos políticos vigentes y una más fue candidata a la vicepresidencia por un partido político que no logró reinscribirse, pero que conserva su estructura organizativa en capacidad de operar de manera informal.
Por eso es vital, para la salud del sistema democrático, que las candidaturas por la libre postulación se sometan a un ejercicio de elecciones primarias entre todos los que alcancen la cifra requerida de firmas para aspirar a ser candidatos a los puestos de elección. Esta fórmula implica que cumplido el periodo de recolección de firmas, se someta a la voluntad popular la escogencia de los tres que aspirarían como candidatos de libre postulación a través de una elección previa. De esta forma evitaríamos los vicios que pudieran darse en la captación de firmas de respaldo y purgaríamos a aquellos aspirantes a la libre postulación que no tienen arraigo popular, a pesar de haberse impuesto en la fase de recolección de firmas.
Todo esto puede ser posible a través de una reforma al Código Electoral. Pero aquí es donde la puerca tuerce el rabo, porque el código lo aprueban los diputados y ya hemos visto lo que hacen con él después que sale de las manos de la comisión de reformas electorales. Y si ya vieron en la elección pasada el peligro que representa para ellos la libre postulación, nadie puede asegurar que en la vuelta venidera, en la que posiblemente saldrán más diputados y otros cargos por la libre postulación, los diputados partidistas sobrevivientes pretendan imponerle muchas más trabas y obstáculos a esas candidaturas. El desafío será impulsar, desde la sociedad civil, la realización de primarias para elegir a los tres candidatos que representarán a los ciudadanos que quieren candidaturas de libre postulación reales y no postizas.