Panamá y su política electoral 5G

 Panamá y su política electoral 5G

La Bitácora

Ebrahim Asvat

En Panamá, este torneo electoral como quizás todos los anteriores no le quita el sueño a la comunidad internacional ni al clima de negocios e inversiones.

Los procesos electorales no son contiendas entre diferentes frentes ideológicos sobre la organización del Estado o la interferencia en la actividad económica y los modos de producción.

A excepción quizás de la candidata independiente Maribel Gordón,  que no tiene ninguna posibilidad de triunfo,  todos los otros candidatos promueven un mensaje uniforme.  Ningún altera el esquema ideológico político del país ni su sistema económico.  Da igual si el presidente es Mulino, Roux, Martin o Gaby.   Quizás Lombana genera un poco de incertidumbre.  No tanto por su concepción ideológica sino por mear fuera de tiesto.

En nuestro país,  a la cual denomino país 5G,  no hay ciudadanos y políticos y partidos políticos. Existen consumidores y proveedores.  Los ciudadanos no somos ciudadanos en el estricto sentido de la palabra.  Nuestras quejas y nuestras expectativas de la vida política se fundamentan en la necesidad de buenos servicios y productos.   Nuestras quejas no están basadas en una variación en la orientación ideológica del Estado o su composición como mecanismo de gobernabilidad.  Nuestras quejas son por los servicios y productos deficientes o por la falta de oferta de algunos de estos productos.

El país se inunda de basura, no hay buenos hospitales, no hay medicamentos, las calles están llenas de huecos, la vida está más cara cada día.  Nuestra elección está basada en quien podrá ser el mejor proveedor de esos bienes y servicios.   De igual forma los candidatos y partidos políticos actúan como proveedores.    Todos prometen carreteras, hospitales, bajar el costo de vida, poner dinero en tu bolsillo.

En otras palabras, el Estado ha sido secuestrado por el mercado y participamos en la política como consumidores y proveedores.  Consumidores que manifiestan su disgusto y frustración en los medios tradicionales y redes digitales por productos y servicios mediocres y por el otro lado candidatos y partidos políticos que prometen mejores productos y servicios si se les escoge para ejercer el poder.

Panamá va a la vanguardia en esta transformación de la función política y por eso considero que somos un país 5G.   El país no genera incertidumbre para ningún inversionista local ni extranjero (salvo la mina) y todos comulgan y aceptan el objetivo de mejorar la calidad y los servicios de la gestión pública.  Aquí los períodos electorales no generan miedo, ansiedad ni peligro existencial.    Es como una carrera de caballos.  Todos son caballos y apostamos a uno de ellos.   Nada hará cambiar la naturaleza animal del victorioso.

Otra característica de nuestra definición de país como Panamá 5G es como hemos evolucionado de una nación cuyo tejido social se mantenía unido por la reivindicación de su integridad territorial a transformarse ahora veinticuatro años de completada esa etapa en un país cuyo tejido social lo une “el dinero”.   En Panamá ninguna protesta, ninguna insatisfacción social, ninguna elección, ningún consenso funciona sin “dinero” como mecanismo para saciar las opiniones contradictorias.   Todo se transa con engrase.    El dólar americano es irresistible.  Es medio de intercambio y pago.

Recientemente un sindicato que fue expulsado del sistema bancario nacional y a pesar de su manifiesta beligerancia fracasó en su intento de llamar a una huelga nacional por falta de flujo.

Sin Yappy no hay victoria.

aldiapanama